Salieron con la voluntad desparramada; una se fue por la alcantarilla, otra dobló la esquina y otra se fumó el último cigarrillo. La cueva secundaria es el primer refugio cuando se liberta el cuerpo de tan solo. Algunos suspiros todavía quedan como anuncios pegados en las carnicerías o en la parada de los autobuses de la calle Revolución.
Ellas salieron con el reloj sin cuerda y esa mentira se acerca más a la verdad.
Por las mañanas, las calles están limpias de noche.
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