Se filtra el recuerdo de Henryk Szeryng cuando una cuerda de violín se tensa. Los hombres en el exilio se desdoblan en un arte casi de agricultor que busca echar raíces en el viento, así llegó Henryk de Polonia a México en 1918. Porque viene tu figura amable te evoco, casi te miro, junto a Bach en la 6 sonatas cuando el Palacio de Bellas Artes era mi casa y soñaba ser músico en esa intimidad desconocida que aparece cuando un vivace interrumpe en altas horas de la tarde.
Nada tan inútil como la evocación, no tiene futuro, se consume en el instante, como el hoy del ahora.
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