El círculo, perpetuo en su ágil vuelo que no reposa en las corrientes del cielo dieron cabida a estos seres intactos de conciencia y que giran helados en la transparencia del cielo de un arriba que es abajo. Son minerales los cristales que reflejan la luz y no hay sombra de dioses pordioseros, ni lenguas venenosas que digan lo que será si obedeces. Nada perdura, lo sabemos, pero esta esfera sigue su hondo viaje y nunca pierde su figura. Perenne de futuro sus átomos giran vacíos errabundos con ese encanto de la onda que es materia que apresura los sentidos de los vivos. Es masa sin sonido porque en su entraña no hay lenguaje seguro por que es móvil y su circunvolución es perfecta en esa suspensión de espacio. Como sabes hay un hueco azul que vaga y en esa fragilidad las horas se dispersan.
Cada cien años se deja mirar en las madrugadas de agosto. Puedes gozar de su presencia, ya falta poco. Que te habiten los ojos curiosos para que el azoro no quede vacante en este mundo. Te aviso.
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