Dijo que venía de esos caminos de versos y cantos; cuando
los niños se dormían creyendo que los espíritus volaban envueltos en sabanas
blancas.
Flaco, como dibujo a tinta, olía a sermón apurado en octavas
reales y esbozaba una sonrisa celestina, fascinante. No se cuanto tiempo me
quedé contemplando esa estampa. Él, como sabiendo su atractivo y a su merced, me
habló del libro del buen amor. Yo lo escuchaba, no sin maliciar que se trataba,
tan trovadora figura, de algún profesor de literaturas que había desahuciado su
sano juicio.
Mi natural
instinto me decía que tal vez, algunas monedas compensarían sus ardores, pero cuando me llevaba la mano al bolsillo, él, con el aplomo del
artesano encendió una bengala y se fue
cantando como si nada.
Cuando veas un bengalista, puedes poner tu entendimiento a dar cosecha,
dejar las risas y perder el bolso.
Sergio Astorga
Tinta/papel 20 x 30 cm.
4 comentarios:
Qué fácil es sentir fascinación por personajes tan bien dibujados. Gracias por advertirme lo que al toparme con un bengalista puede sucder.
Va un abrazo, querido Sergio.
Encandila este juglar de otra dimensión, Sergio; encandila y atrapa....como su autor.
A falta de bengalas...un abrazo sol-eado.
María Eugenia, si lo miras por Carillo Puerto o en el Jardín del Bazar del sábado, no te sorprenda, si lo miras rondar las quesadillas de flor de calabaza, son su deliro, no lo perturbes y posiblemente después te dirá algunos versos del Arcipreste de Hita o del Cantar de los Cantares, yo lo he visto, gracias a su evocación, caminando muy ufano por la Rua de Antero de Quental.
Lumínicos abrazos.
Lola Mu, vieras que algunas cantigas de amigo, mas bien de amiga, las tiene bien memorizadas. En un momento que tengas, un silencio de Calderón, o un silencio de blanca, puedas escucharlo. Se presiente una tenue luz, si tienes calma de verano, es seguro que lo encuentres.
Abrazos con dominante en sol.
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