Encaramado en el sofá, al través de la ventana, el niño pasaba largas horas empeñado en ver a
papá o mamá venir por la avenida. Se imaginaba que cruzaban, cada uno por su
lado y en diferente tiempo, y abrían la
pequeña puerta negra, subían las escaleras, metían la llave en la cerradura y
de inmediato corría a su cuarto a meterse entre las sabanas y fingir que
dormía.
Todos los días daba oídos, porque pocas veces consiguió verlos por la
ventana. Su padre, trabajando hasta la madrugada, repartiendo el vino y la
saliva en otras casas, con otras señoras sedientas que olvidaban también, que
había muchos niños pegados al vidrio de sus ventanas.
Su madre afligida en su fortuna, buscaba la certeza de
los astros, el consuelo de las limpias de albaca o de huevo de pípila; la
sabiduría ancestral de la adivinación de los naipes o la terrible certeza de la
infelicidad tomando café con las amigas.
El niño, abriendo y cerrando los ojos bajo un sueño
intranquilo, escuchaba las risas escotadas de señoras que danzaban jadeantes o, bajo un fondo muy azul, el niño miraba al trino de Saturno Marte y Neptuno
rodeado de ramas de romero, y en un extremo de su firmamento encontraba la agonizante luz
de una estrella.
Sergio Astorga
Tinta china/papel
8 comentarios:
Pobre niño, pobre destino. Lo imagino de mayor, superando su tristeza y regalando por fin, a su niño, una puerta abierta sin esperas. La esperanza prevalece.
Un fuerte abrazo, Sergio.
Sergio, a pesar de la tristeza a la que nos llevas por lo injustas de las situaciones que vas narrando-más que nada porque aún imaginándolas sabemos que pueden ser reales-, voy a ser positiva. Debido a las circunstancias, la temprana madurez de esa criatura seguro que verá equilibrada esa sensación de vacío y soledad.
Un abrazo.
Qué triste y qué bonito.
Un abrazo.
Juji, es bueno verte por estos Antojitos. Resolver el día a día no hace débiles o fuerte, melancólicos o violentos: apacibles o vengativos; indolentes o solidarios. Las historias individuales, al sumarlas, crean un espacio habitable o ruinoso.
El misterio de este mundo es mas complicado que el otro.
Abrazos ventaneados.
Alicia, la realidad es más brutal que la literatura.
Estas historias de “Cosas de Familia” pretenden entrar a un mundo lleno de mitos y lugares comunes. Tomo la palabra que a Saramago lo movía: desasosegar. Quitar el sosiego, la placidez de dejar pasar. A la somnolencia de las horas intento picarle la barriga. Poco a poco voy formando un librito.
¿Cuántas circunstancias deben darse para no despeñarse? Todavía no hay ni Ipad ni Microsoft que lo diga.
Realismo en el abrazo.
Maribel, la tristeza contiene una estética atrayente, irresistible, voraz.
Si pudiésemos sólo leer…
Abrazo digo.
Sergio, a mí me parece que los edificios se están burlando del niño. Hermoso relato, me encantan tus imágenes urbanas :)
Myriam, los edificios al crecer toman tanta personalidad y carácter que no dudes que mas de uno esboce desde sus estructuras la mas estruendosa carcajada.
Urbano soy y mi Ciudad de México lo atestigua,
Abrazos constructivos.
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