El Señor Caja, amaneció torcido dentro de su casa. Tiene el pescuezo delgado. Él es como la baraja, según la mano se comporta. Él, quiere ser paloma. Lineas y colores quiere tener y un cielo y un mar entero quiere tener, como aquellos collados de muchos nombres donde llegan los azules del caribe. Él, se hace y deshace como un origami de papel. Se ha comido la palabra para poder tener el cuerpo de goma. Si le hablas te escucha y te dice cosas letales, por ejemplo, que vas ha tener una cabra por hijo y a una marmota por vecino. Ya ves, no tiene tiento para decir. Él, tiene los huesos como el del pez y mucha eternidad en los ojos y eso, le da derecho ha hablar así.
En su casa se hace añicos el aire y un farolito alumbra la entrada, pero sólo te ilumina la cintura. El señor Caja conmueve, la luna es su cómplice cuando gira como abanico y por las ventanas de sus casa entra esa luz fresca como de banderolas agitadas. Se sabe las tablas de multiplicar y sumar mentales cantidades y como has visto, en su casa no existen las cerraduras. Cuando lo visites no lo contradigas y míralo desde sus múltiples perfiles y remonta esas ideas tan cortas de mirar el mundo con un sólo ojo.
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