viernes, 29 de diciembre de 2017

Hermano rojo


Hermano, me acuerdo de tu gorro rojo y cómo me ocultaba en el ropero para hacerte llorar en aquél juego. Al regresar a casa te busco y ahora, yo me escondo para que no me encuentres. Todo es juego, hermano, lo sabíamos. Nuestro corazón gemelo se ha cansado de buscarnos. El tiempo abruma. Sabes, no todo lo que mamá nos dijo era cierto. Tu vives oculto, extinto, enterrado. Y hoy con estas flores espero que cuando menos encuentres el perfume. 

jueves, 28 de diciembre de 2017

Trabar momentos


La sucesión de caparazones de caracol nos hace pensar en la línea de un tiempo que puede ir hacia adelante o hacia atrás. La realidad, el uno mismo, se encuentra en esta perplejidad. 

miércoles, 20 de diciembre de 2017

De pluma fina


Cuando le preguntaron dónde había nacido, sólo pudo responder que fue la mañana de un agosto en el que el gallinero de su padre tenia cuarenta ponedoras de pluma fina. Yo salí, nos cuenta, tirando para gallo, pero mi padre me capó por el miedo que tenía de que el negocio se fuera a pique. Los inspectores hicieron las mismas preguntas que ustedes me hacen: ¿está seguro que nació de un huevo? Mi padre les enseñaba el recibo de la Compañía Incubadora. De como rompí la vitrina y todo el gasto que tuvo que hacer para reponer, la vitrina y todos lo polluelos que se malograron. Sin embargo, nunca me lo hecho en cara, bueno, en el pico, y me trató como mis hermanos, con cariño y desapego. Me daba mi maisito y me picaba sardina o plátano y lo mezclaba todo como si fuera una sopa. Por eso crecí bien y estoy saludable. Mi madre nunca me aceptó, le daba vergüenza, yo creo, verme picotear por todos lados, pero una vez la vi esparcir por el suelo ese maíz grande y blanco que tanto me gustaba. Ustedes puede hacerme las preguntas que quieran para saciar su morbosidad, pero, una cosa si les digo, tuve maestros  particulares que me enseñaron todo lo que ustedes presumen y soy copetón de pluma fina. Ustedes dirán.

lunes, 18 de diciembre de 2017

De reojo


Radiante fugaz y tibia el cristal sisea la imagen con ese hálito de frío tan propio del invierno. Así como los cactus se resguardan, las ideas esperan ser miradas. Porque al fin, hay que seguir desdibujados en el reflejo. 

Fotografía: Rua do Campo Alegre. Porto, Portugal.

viernes, 15 de diciembre de 2017

Leonardo, el feliz.


Leonardo, se siente feliz, y no es metáfora. Y eso parece que es como tener un piojo en la cabeza. Eres un fútil, le dicen. Él cuenta con los dedos y no le salen las cuentas, ni los gritos. Esta perdido, no se haya, qué puede contar si se siente pleno y la plenitud como la palabra se ejerce, no se esconde. Quiere tener un doble, para que sufra, para que no salga del médico, que tosa y que escupa sangre. Vivir con la bota a la espalda, llorar e ingresar a la academia. 
Que tranquilidad tener otro que tenga el palo en la mano y triture al infinito, piensa Leonardo, cuando se lleva la cuchara a la boca desbordante de sopa de fideo.

martes, 12 de diciembre de 2017

Oído total


La espiral de su oído lucha en vano contra el ruido. Convive con altas vibraciones. El griterío sistemático lo enloquece. Lo enturbia. Una atmósfera sonora lo envuelve y busca, como la ostra, cobijo en su concha y su pereza. Su silueta, desdibujada por el tímpano, se sumerge en ese profundo abismo, como la noche, única esponja de toda voz. Ya no tolera ni la música. Sólo la lenta anestesia del anís. Ese tornillo alcohólico se funde con la espiral de su oído. No disimula su transformación. Su triste paraíso. Odia las sonrisas estentóreas. Implora y ordena el silencio. Pero nadie calla. Él se queja. Se queja del mundanal ruido.

domingo, 10 de diciembre de 2017

Saga corriente


La hallaron recostada en el insulto. Sin pan, sin español y muy sucia la falda de serpientes. Es horrendo. Cuando se bajó los pantalones, se tropezó su alma ya sin descendencia. Resuena la recta conciencia de la tribu, esa de la falsa entraña. No tiene reposo, por eso guarda sus miserias junto a su compañero que no la abandona aunque no encuentra ya el pan sobre la mesa.
Se llama Gertrudis. Un cuerpo que ha perdido el habla de tanto vivir al día.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Cota de agua


Como una novia húmeda
en el rostro honrado del fruto 
la gota colma la lengua del día.

Nos crece un recuerdo duro. 
Un te quiero de bandera
se enreda en la cadera vacía.

La sábana de la neblina
dura como la piedra.
Desnudas se quedarán las horas.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Wilfredo


Su papá no era goldo era delgado, decía con ironía. Al principio el odio lo llenaba. No sabía porqué decidieron ponerle Wilfredo. Ha sido un martirio, en casa y en el barrio lo llamaban Willy, aunque sabía que no era Memo. Su martirio se reavivó cuando entró a la escuela. En quinto grado lo pronunciaban con una V alta y sonora. Le gustaba ese sabor germánico en su persona, pero en el nono año, su profesor de inglés lo pronunciaba con u  o con gu. Todo su heroísmo wagneriano se derrumbaba y le disgustaba que lo confundieran con un pilgrim. Nadie tiene una doble U en su nombre, lo consolaba su madre.
El colmo de males se presentó al entrar en la Facultad de Veterinaria y Zootécnica.  Sus compañeros de clase decidieron evitar confusiones y aplicar las siglas en toda comunicación. Uno de sus apellidos, el materno, es Castillo.
Para darle ánimos, yo le digo mi quinto Pichichi Water Klose. Él me abraza y me dice: pinche enano. 
Eso no es bullyng, ¿verdad?

domingo, 3 de diciembre de 2017

En friega


Con tantos días difíciles. Se dieron prisa para alejar ese fétido olor a morcilla. Fregaban con fibra el endurecido cochambre de ollas y parrillas. Yo sentía esa congoja de trapo de cocina, estrujado, mal oliente. Sabía que no iban a aguantar tanto trajín. La idea de limpiar la cocina fue de Juanita, hermana de Mario. Les salieron ampollas que se hicieron llagas. Se dolían en las noches, no se podían dormir, el dolor era punzante. Yo tenía que acompañarlos, soy solidario. No quise ayudar. Ahora sé que el pensamiento crítico no tiene compañía. Pero lo que más me duele, es esa cara de desdicha de Juanita. Había perdido sus tersas manos. Se escondía, queriendo olvidar y adormecía con las manos vendadas. Así, día tras día, por eso se le metió ese dolor de vivir. 

¡Ayúdame! - me dijo. 

Se me revuelca la mirada. No sé que hacer; por lo pronto no entro a la cocina.

viernes, 1 de diciembre de 2017

Diciembre


Trabajado por el tiempo, diciembre no ignora que el presente cruza la calle, se sienta en la mesa y rememora con nosotros lo que ha crecido o lo que se dejó en el otro que vivió en enero. Nada nos cuesta confesar que hemos tenido bellos instantes. Por esta vez, olvidemos el reproche.

Abrazo pródigo, como manuscrito.