Existía un verde ceniciento que mis antepasados conservaban en una cajita de madera. Mi tía Elodia lo trocó por una casa rodeada de magueyes que se miraban por las ventanas. La casa fue abandonada en tiempos de la revolución de México. Yo tengo en la memoria ese verde cenizo y el deseo de que mires ésta fotografía de Don Manuel Álvarez Bravo, un amigo de la fotografía cuando estaba vivo.
Hoy todo es silencio y a veces, un olor de penca recién cortada en las tardes de lluvia no me deja combinar los colores.
Hoy todo es silencio y a veces, un olor de penca recién cortada en las tardes de lluvia no me deja combinar los colores.
Sergio Astorga
5 comentarios:
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Como perduran los olores y los colores en nuestro recuerdo!!
Muchas gracias por tu visita, por tu comentario y por esta maravilla de blog que me ha enganchado.
Un abrazo.
El olfato, ese gran memorioso proscrito en esta cultura, ¿qué maravilla!
Cortaré alguna penca cercana a su salud.
Gracias por textos e imágenes.
Triana: que perdure tu visita será mi compromiso.
Gracias.
Sergio Astorga
Izaskun, a veces meter la naríz donde no la llaman es la mejor manera de recordar.
Te acompaño con un té de cuasia.
Abrazos.
Sergio Astorga
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