lunes, 29 de octubre de 2012

El fruto



Cuando el apetito causó la ruina a la luz de los siglos y la oscuridad dejó sudores en la frente y dolores de parto en los destinos, el fruto siguió engordando rojo y saludable. Llegaron aves de rapiña, carnívoros pestíferos y bípedos arrogantes. Ninguno de ellos pudo saciar su hambre ni dormir tranquilo.

Cuando el sol empujaba al mundo ya con desencanto, salió, goloso, un pequeño bicho mitad oruga y mitad reptil, con el cuerpo frío y pegajoso que, sin preconceptos, se apostó debajo del fruto y desarrolló su lengua.

Desde entonces, los monstruos marinos quieren volver a contar sus historias.

Sergio Astorga
Tinta/papel

viernes, 26 de octubre de 2012

Llegó




Ha llegado del sur para iluminar la penumbra. Tú serás el sol, le dijeron. Aceptó el honor y desde entonces se quema como leña madura.

No todo fue gloria, del norte llegaron los búhos para arrebatarle el día.Tú serás la luna, le dijeron y desde entonces los coyotes salen a su encuentro.

Comenzó el día y la noche y los pies humanos comenzaron a pisar la tierra y les crecieron los cabellos en sus cabezas. 

Después vino la sangre y la culpa y el silencio inició su llanto sin consuelo.

Por fortuna, la percepción del mundo cambió con la nueva versión del IPad con 64 GB con conexión móvil integrada.

Sergio Astorga
Tinta/papel

miércoles, 24 de octubre de 2012

El hinchado



Cuando regresó del psicólogo tenia girando dentro de su cabeza dos posibles dictámenes. 
El engrandecimiento de su autoestima hasta el grado de la adulación fue el primero. La acumulación de convicciones fallidas hasta el grado de la glotonería fue el segundo.

Durante tres semanas la vacilación se aglomeró, hasta que bonete en cabeza, decidió elevarse para la fascinación de los lectores.

Sergio Astorga
Tinta/papel 

lunes, 22 de octubre de 2012

Núbil



Con las ansias naturales de sus líneas blondas y robustos pómulos han pasado las lunas menguantes y sus dedos ágiles han tocado la espuma del sobresalto. Sus tardes se han dejado traspasar por las miradas de otras hembras y finge que su instinto no sabe de las maldiciones que se pegan en las bocas. Ella, nutritiva, se envuelve con la danza del peligro y se abriga en la llama de su esplendor secreto.

Sus noches son desiguales, al fin buscadora de amor. Nunca se cierra el círculo y su fiebre permanece cautiva entre sus brazos. Sus olores nunca titubean y sin freno, se expanden desnudos para aterrar al macho inútil.
Ella se alimenta de frutos secos y zurce y descose el manto de la espera y nunca se le ha visto abandonar los telares ni la urdimbre. Sus huellas siguen el rito eterno de hallar de noche al otro.

Si alguna vez tienes la suerte de encontrarla tendrás que quitarte las botas y las mañas, y ser un mucho femíneo,  como la manzana.

Sergio Astorga
Tinta/papel 20 x 30 cm.

jueves, 18 de octubre de 2012

Por las galleras



Al final del patio - las galleras con sus puertas de alambre, sus paredes de cal y los techos de lámina negra de cartón - habitaban los gallos de pelea, los héroes defensores contra los espíritus que deambulaban por la casa de Simona. Abuela blanca como la leche que desvariaba por las habitaciones afectada por la falta de riego en su cerebro. Grano a grano fue perdiendo la arista de la realidad y los oleajes de sus espectros, dejaban el surco para las visitaciones incandescentes, que de niño, con febril respiración miraba pasar. Altivos, los gallos de pelea cantaban uno a uno sin mezclar sus voces. 

Con el buche lleno después de haber comido su maíz combinado con huevo cocido o sardina para que la pluma brillara; parecían pavorreales dominicales, rascando la paja en su gallera y desafiando al otro, ya giro ya colorado, para futuros combates que nunca vi.

Yo les tenia miedo, cuando me acercaba se excitaban para mostrarme su espolón. Muchas veces recibí un aletazo seco o un picotazo irascible en mi brazo, por eso al darle de comer le tiraba un puñito de maíz para engañarlo y con la otra mano, le dejaba la comida en su lata de aluminio. Triunfante tomaba la cubeta y me iba al pilancón para llenarla con agua para darles de beber, ellos, frenéticos devoraban su maíz rechinando sus picos contra la lata en una cacofonía delirante. Saciados, bebían mucha agua para que la pechuga creciera al doble. Los gallos eran anónimos, sólo uno o dos merecían un sobrenombre: “El bravo” ‘El sobreviviente” los demás los identificaban por signos corporales, la cresta chueca, el pico negro, la pluma jaspeada, el espolón como papa. Yo nunca supe distinguirlos, me provocaban dos sensaciones opuestas: el respeto que se tiene a un gladiador y el miedo a lo sobrenatural, ellos, los gallos de pelea podían presentir las visiones de un mas allá, tejido por historias familiares.

Cuando la noche llegaba y sus parpados se abrían me crecía la espiga del miedo. La abuela comenzaba a platicar con la tía Jocoba, muerta hacía más de veinte años y el Conde entraba por el zaguán con su traje de levita. Los gallos comenzaban a agitarse incómodos, aleteaban como si quisieran alejar a los visitantes.Yo, escondido en la cocina, abría los ojos tratando de ver al conde o al guardián del tesoro, que vigilaba, me decían, los talegos de oro enterrados a un lado de la gallera. Clavado en el piso, sin moverme, escuchaba la reparación de los gallos y la angustia de mi abuela preguntando:-Tía Jacobita, ¿dónde estas? Tenemos que darle la leche al niño.

Los gallos ya no existen y Simona encontró a la tía Jacoba, pero al final del patio siguen las galleras, y huérfanos,  el Conde y el guardián siguen penando por el patio. 

Sergio Astorga
Acuarela/papel 30 x 50cm

lunes, 15 de octubre de 2012

Cuando el tren se marcha



De tanto esperar al tren se le rompieron las rodillas. Progresivamente el fierro de sus huesos deambuló  por los andenes relativamente saludables. Pocos lo han visto. De noche es una inquietante  luz roja dando círculos y de mañana se abraza al reloj de la estación e intenta mover el minutero sin conseguirlo.

Sobre cada pupila abierta a la llegada del tren hay otra mirada sin  peso que nunca sabrá lo que es ir o venir. Tal vez, las imágenes ya oxidadas se encajen en las esquinas del viaje y los caminos se crucen en la espera, sonámbulos,  sin alcanzarse nunca.

Los perros ladran como si presintieran la llegada. Pero no existen ni pies ni cabeza en este éxodo. Dentro de este tiempo hay otro tiempo que ya se ha marchado por otras estaciones que arden y se apagan. Por eso, cuando el tren se marcha, una madeja se le enredó en el pecho y mil astillas se clavan a cada instante.

Sergio Astorga
Tinta/papel.

viernes, 12 de octubre de 2012

La cara Bela



Fue en el año en que la hostería cerró sus portones cuando tuvo la redonda idea de salir a los mares. Le llegaban cartas de navegación  por correo y con ellas dibujaba, la mayor parte de las noches, geografías imaginarias. Cinco años atendiendo la hostería le dejaron buenos ahorros que utilizó para encomendar a un buen carpintero la embarcación que le permitiría descubrir una nueva ruta para su monótona existencia.

Zarpó un día de viento suave y sostenido. Como no era muy grande su barca las provisiones eran limitadas. Sabía que si seguía con rumbo al este encontraría alguna tierra prodiga para reabastecerse.

Durante dos meses estuvo navegando en círculos sin ver tierra, ni cercana ni lejana. No tuvo oro, ni plata. No corrió sangre y exhausta regresó a su punto de partida pensando que el mundo era redondo.

Desde entonces se le miraba en los parques contando la historia de su viaje por unas cuantas monedas. Para acrecentar su infortunio a las gentes no les gustaban sus historias porque no había salvajes, ni sangre, ni oro, ni plata.

La cara Bela sin dejar que su vida hiciera agua,  ahora inventa historias de amor para los despechados, con un éxito envidiable.

Sergio Astorga
Tinta/papel

miércoles, 10 de octubre de 2012

De como gravitó por los cielos




Bajo el peso de su estrella prospera su loco amor a los cuerpos celestes para seguir divagando por los futuros entrevistos. Ha visto el vértigo del negro
y cuánticos pensamientos nutrir los abismos.

Fue una noche como esta, borrosa y disuelta cuando encontró, después de leer los mitos de la serpiente emplumada,  el bochorno del encierro. Desde ese instante su interés por levantar la vista es la razón de su existencia. Embebido en este afán, su cántaro comenzó a llenarse noche a noche. Boca arriba, largas horas observaba y mentalmente, consumaba planes de vuelo. No fue infructuosa tal espera, de su lomo comenzaron a nacer pequeños apéndices que en una semana tomaron forma de alas. Sus ojos se transformaron en un catalejo digno de
Tycho Brahe y sus fauces degollaron constelaciones en un abrir y cerrar.

Ni el canto de la rana ni la locura del poeta podían mitigar su vagancia espacial. Él tiene un atisbo fidedigno y una órbita elíptica que encanta. El mundo por eso exclama que todo infinito se mira desde una estrella que se fuga.

Sergio Astorga
Tinta/papel 20 x 30 cm.

lunes, 8 de octubre de 2012

Dulzor



Hay un tiempo tan tiempo, tan dulce, 
que lo que esta tan lejos no tiene bulla.  
Si hay algo de amargo 
estará tomando el sol por otros huertos. 

Así se curva el corazón cuan va a pie. 

Si uno lanza una línea desde la lengua  
hasta la mañana próxima
el cuerpo entero se llena de un castaño,
frondoso como la frente de sus ramas.

Desde la nuca se palpan los jamases
para que los años se quiten la camisa.
Son momentáneos los jalones, que a ratos,
enseñan lo sucio de otras horas
y lo gorda que ha quedado la mentira.

Hay un tiempo, el otro, 
que esta en el mismo ahora,
que nunca llega tarde, 
que siempre esta de feria,
como esta hora a tiempo que se curva
dejando unidas el adiós a las navajas.

Sergio Astorga
Tinta papel 

sábado, 6 de octubre de 2012

El callado



Fue conocido por tragarse las palabras que rompieron los días apacibles. Escondidos en la mano los puntos finales fueron esparcidos como cenizas en los campos de maíz, cuando el espantapájaros no había llegado con su pantalón amarillo paja. Nunca le faltó un paréntesis en su memoria y sus actos no fueron adjetivados con recursos fáciles y el altavoz se quedó  enjuagando su ortografía.

En su casa vive con la cucharita de azúcar en los signos de interrogación. Traslada las conjugaciones al frasco de las cosas perdidas y en el arcón se encuentran varias ediciones de Saussure y varios discos de Cri-Cri.

El complemento directo ha sido su esqueleto y el endecasílabo fue el vientre más amado por algunos años. Es natural que entre tantas bocas le creciera un gran bulto en la tráquea que lo ahoga sin ahogarlo, que le deja el sintagma adolorido en sus cuatro costados. Por ventura, con la navaja ha dejado inscripciones en varias tablas y sus pobrezas se confunden con su oficio.

Es natural que entre tanto abecedario decida, como todo hombre sensato, cabecear en el silencio.

Sergio Astorga
Tinta/ papel 21 x 29 cm.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Tú sabes



¿Qué te sucede si conoces los detalles? Si la brusca realidad se detiene y puedes contemplarla. ¿Iras recelosa a esconderte entre las calles que conoces? ¿Buscaras abrigo en el silencio o tendrás la fortaleza de empezar de nuevo? Ya lo has hecho. Recuerdas cuando tenias que lavar las llagas de tu abuela, sola, niña, toronjil. Llegabas del colegio y afrontabas. ¿Qué podías hacer? “Eres mujer” te decían. “El orgullo de la mujer esta en la sumisión” –te educaban. Y tú ya mujer, creciste pronto, pero algo en ti bullía, natural, recurrente como la idea de un tesoro escondido, sí, era la intuición de la libertad; el mundo que vivías era miserable, dominado por machos creados por hembras dominadas  a su vez por machos y que su único refugio era el engaño o depositar la frustración en la prole. Revelarse a ese mundo tiene un costo. Tú lo sabes y lo has pagado. No te desalientas. Recuerdas las horas filosas de estudio, las ganas de ser vencieron. Tampoco te ufanes, no. Tienes que admitir que hay mujeres que les gusta ser sumisas, que han sacado beneficios, que no tienen voz propia, que les gustan los hombres que maltratan, que engañan, que usan  y abusan de mujer. Ellos se juntan de manera salvaje. “Nido de alacranes” decía Octavio Paz ¿Recuerdas?

Ya sé que no eres un discurso, que tienes un nudo por los círculos del alma y la resonancia tiene que adecuarse  poco a poco a su nuevo espacio. No necesitas de hombre para valer. 
Tú lo sabes.

Sergio Astorga
Dibujo en computadora.

lunes, 1 de octubre de 2012

Oferta del mes



El Abarrote echa la casa por la ventana. Sí, ha leído usted perfectamente. ¡La casa por la ventana! -pueden hacer las consideraciones  psicológicas del caso-. 

Directamente de la bodega del Abarrote se pone a la venta la acuarela (díptico) sobre papel de algodón con medidas de 20 x 30 cm.  De la serie “La Música que llegó para no tocarse”.  La obra en cuestión que se pone a la venta lleva por titulo “Bermellón sostenido en La”.

Solo tiene que decir: La quiero. Y por la módica cantidad de  95.99  puede llegar sin costo alguno a la comodidad de su hogar a cualquier parte del globo terráqueo.

No pierda la oportunidad de tener una acuarela original en casa.
Póngase en contacto con nosotros. Coma frutas y verduras. Y recuerde: no tenemos sucursales. 

Así es el Abarrote.

Octubre