A veces los edificios tienen la pretensión del cohete: subir y estallar en el altísimo cielo.
Siempre parece que despegan y siempre se quedan anclados en el piso. Nunca improvisan, se aferran a su estilo desde la base. De tanta espera buscamos que una chispa encienda su contorno. Para qué si no, tiene el reloj en su fachada que marcaría su partida.
Entre voces de reclamo, poco a poco nuestros ojos se van separando para buscar otro firmamento en otra calle que levante el vuelo.
Fotografía: edifício da Câmara Municipal do Porto, Portugal. Desde la plaza de los Aleados.
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