El traqueteo del día comienza en la esquina. Un tropel de espaldas, monederos, portafolios y siluetas de destinos como café humeante esperan, siempre esperan, la misma ruta 25. Describían sus ojos elípticas mirada, estiraban sus cuellos y miraban sus relojes tiznados de tiempo.
Siete de la mañana indiferente, descolorida, ocupaba la esquina como uno más de los anónimos labios, que apretados, esperaban la llegada del autobús.
Cuando los días se aglomeraban insulsos haciendo fila, en el anuncio de parada, se posó como un pájaro curioso, un ángel con espada Adormecidos, los rostros de los “esperantos” desconfiaron de la aparición. Un intrépido sacó, como si fuese una espinilla de la cara, el Android 4.002 para tomar una instantánea.
Para conmemorar la aparición, se imprimió un sello postal que se ha pegado en la parada del autobús. Ahora, el traqueteo de día tiene tema de conversación, si es que una mirada se desvía de la ruta.