En el estanque el pájaro no pone la pata ni el pico ni el vuelo. Queda hechizado. Ayer le dijeron que el nenúfar saldría a respirar el aire de otoño. Lo voy a repetir: llegó a mi oído el aleteo, nervioso, como suspirando, para que yo la viera.
Cuánta razón tenía la efímera llama. El pájaro se fue dejando su perfil en contraste con las hojas y esa tibia luz del estanque pasó a esconderse en el musgo.
Una sensación lírica agoniza por esta líneas.
Fotografía:Jardim Botânico do Porto, Portugal.
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