La barriga al viento porque todos los querubines comen ternera celeste. La historia de Leo fue así. Después del atracón, tuvo la desdicha de abrir la boca en demasía entrando por ella un grillo. Dos días de fiebre lo tumbaron. En homenaje lo forraron de bronce y lo pintaron de verde. Lo pusieron al final de las escaleras. A los niños que visitan la casa les cuentan la historia de Leo. Los niños entusiastas, seducidos, salen al jardín a buscar grillos. Con sus bocas abiertas buscan la trascendencia desde pequeños.
Fotografía:A casa da Quinta do Campo Alegre, parte da Faculdade de Ciências, Porto, Portugal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario