Nada va a pasar de un tiempo a otro tiempo, de un cuerpo a otro cuerpo. Hay sitio para un minuto. Para un estate quieto, para mojar el pan en el chocolate y quedarse a oscuras como cuando pasamos por debajo del puente. Así de febril estaremos perdidos entre los minutos. Por años estaremos al otro lado de los lados. Así estaremos tu con tu cabello largo reloj y yo como pulsera carátula azul. Así estaremos como en una boda de horas fértiles. No demores en despertar que me aflijo, no hagas turismo con el tiempo que me quedo basura. Dime que no has empeñado el reloj que te regale a los veinte. No me digas que no es mi asunto. No me impedirás que te siga de tiempo en tiempo. Soy tu mejor hora. No lo niegues. Me llevas de la mano y me dejo llevar. No escondamos la pasión de nuestros sudores, de nuestros relojes marcando el mismo tiempo. No neguemos los bienes ganados. Incluso el aburrimiento nos hizo leales. Te digo, no demores en despertar que tenemos la urgencia de acabarnos la cosecha a bocanadas. El presente nos quema la lengua para vernos vivos.
Tenemos un techo de trecho en trecho. No perdamos el tiempo tres veces al día.
Estamos en periodo, ¿verdad?.
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