Háblanos de los niños, le preguntamos.
El mañana no lo puedes visitar, contestó cogitabundo. La flecha no es del tiempo sino del espacio.
El Profeta miró a todos y nos dijo: las raíces crecen y lo mejor que les puede pasar a los niños es crecer.
Queríamos seguir preguntando. El sol calcinaba y él, bajo la sombra de un higuera, cerró los ojos.
El viento llegó y nos trajo el silencio que tanto nos costaba aceptar.
La generosidad es siempre poca por eso la paz es desconfiada.
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