Obsesionado con la figuración su rostro se desfiguró en un acto de pensamiento abstracto. Los artificios del realismo no consiguieron imitar los rasgos del que copia. El espacio fue un simulacro y los que lo vimos ensayamos diferentes interpretaciones. No era un Gólem, era un simple rostro con nombre sencillo de artista. Era el Eduardo de su casa y nunca se supo si en las altas horas del sueño recuperó su figura.
CONOCIDOS
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Hoy quiero dedicar estas breves líneas a los conocidos. No son amigos ni
completos desconocidos. Están en el limbo de las amistades que nunca
c...
Hace 13 horas.
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