Llegó en el rescoldo de la tarde, lleno de hojas secas de
vivos ocres.
Con los disturbios del Cantar de los Cantares.
Contra la ciudad que lo vio nacer.
Se enreda en las noticias del regreso.
Contra la luz y el verano
llega presagiando los dorados cielos
y los vientos
contrarios. Es la señal,
el cuerpo que se enreda en su propio
cuerpo.
Un brillo que se hace y renace de cuerpo.
Yo le digo que venga a nacer sobre este
lecho,
y es
menos física y más imagen
y nada que la toque con palabras le inunda.
Soy uno sólo con mi cráneo
y en nombre de los que no son penetrados,
para los que nunca han sido penetrados
por
la noche, por esta idea fálica de la noche.
Para ellos. Para los silencios incorruptos son estas palabras.
Para los que llevan el halo virgen de la
hoja
y sólo sueñan la garra que los mata.
Los eventos de la sangre son así: sin
prestigio.
El único argumento es la caída, la
excitación luminosa de la carne,
y los
frutos que se encienden en nuestros vasos rotos.
Somos ojos que se clavan.
El rosto casi humano del abdomen.
La asfixia
del aire que tiembla en los pulmones.
Acrobacias y lengüetazos a lo amado.
Llegó tardando, sin la claridad del micro-relato;
con el ungüento turbado y la dimensión del
círculo roto,
con el muro destruido por el sol y las
miradas.
Pudimos ser amor y semejantes pero el humo invencible
de los muertos crece como este rescoldo de la tarde.
de los muertos crece como este rescoldo de la tarde.
Así vamos, nombrando los objetos y los
reinos.
Sergio Astorga
Acuarela/papel 20 x 60 cm.