Son temblorosas las gotas caídas de la fuente amparadas por su concha de granito. Se interrumpe la respiración al ver que la caída constante es la charla común del agua. Hay una huella misterioso en ese soliloquio, se parece a ese estar mirando el mundo como si fuera una cadencia.
Dicen que la dicha es una temblorosa plata, como las gotas que siguen la misma ruta para ser comidas por la piedra.
Es cierto, son prematuros los desgastes. El musgo nos deja una marca callada y húmeda, no importa que tengamos el tedio del que pasa todos los días por la misma escena.
Fotografía Fonte da Rua de Mouzinho da Silveira. Oporto, Portugal
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