Abrir y cerrar. Esa es su tinta diaria. Su escritura de cada día comienza con el rojo. Deletrea al mundo entre miradas de color y orejas atentas. Nunca le interesó el arco iris. Él gustaba de los colores pigmento y en ese cubilete cromático hincha su pecho. “Los colores luz son para los impresores”, afirmaba. Mezclaba las miradas para buscar las manos y tocar todo lo que incita. Concita las constelaciones desde su ventana para comenzar de nuevo el ciclo de la línea.
El señor Mirón tuvo problemas por mirar, nadie quiere ser mirado. Los ademanes murmuran siempre, se esconden y no se dejan ver. “El ojo es un túnel, decía, lo que mira sólo es palpable, es inútil pronunciar lo que se mira”.
Su solitaria fortuna es una cascada que comienza en el abrir y en el cerrar. Traza incansable la gran admiración que le provoca el mundo.
No necesito decirte que no avientes piedras a las ventanas, que el Señor Mirón puede perder la vista.
Dibujo digital.
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