Algo se incendió cuando el reloj paró. Después de dos semanas una leve llama sigue encendida. Nunca tendremos la serenidad de apagarla. Cerramos puertas y ventanas. No queremos viento ni miradas frías. Nos hemos mudado todos al pasillo y nos turnamos para vigilar la llama.
El encierro nos está matando.
2 comentarios:
Original e inquietante microrrelato, Sergio, arropado, como siempre con tu acertado y singular arte pictórico. Una combinación que siempre me gustó: arte y literatura.
Un abrazo
María José, un gusto decirte que los pasillos tiene hoy un olor a betún. Desconcertados fueron a buscar una botella de cloro para limpiar. Un desorden.
Un abrazo dibujado y escrito.
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