En el desfile de los instantes tenemos, por fortuna, muchas formas de verlos y medirlos. Los tránsitos presentes o futuros, *“el cansado amor que llegó tarde o el viejo dolor que no ha salido” Por eso ya con codos, ya por el discurso solar, ya por leguas o cuerdas o nudos o piedras o llantos. Medimos sin mesura todo el tiempo, ese que se escurre, que se prolonga como biología o como símbolo.
La antorcha cita el verso de la letra y el dibujo en ese balcón imaginario. Por eso muchas faces tiene el viaje y cada una de ellas también es una marca. Por eso siempre a deshoras, Las caras de los Antojos se adelantan y entre los embutidos, el maíz y las couves de bruxelas (coles, repollo) se muestran indecorosas ante ustedes.
Si quiere pasar el tiempo con caras y gestos, sólo tiene que decirme, toser un poco y encomendarlo.
* “Dos puertas” Enrique González Martínez.