Lo que el silencio deja pasar
la saliva lo contiene.
La mano, que se atreve
con los labios duros
a tocar los perfiles de las cosas
enciende la sangre, la hace fiebre.
Todo lo que hace silencio
hace muro, hombros anchos.
Una ceguera nos asalta
y de la boca del estómago
un temor de sombra grita.
Cielo, humo, son recuerdos
que salen al paso victoriosos.
Es inútil borrar el tiempo que se queda
sin pensar que todo está fuera de ti,
en ese silencio que cierra la puerta
amorosamente el laberinto de tu oreja.
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