Para el retorno,
la despedida ha de ser dulce.
En la noche adulta
si hay rubor hay esperanza.
Un libro con hojas sueltas,
una rabia que se oxida,
un cutis de manteca,
y otros lugares comunes
que no menciono por discreto.
¿Cómo saber el desenlace,
si cada hombre inventa su jardín?
Sergio Astorga
Acuarela/papel 29 x 64 cm.
4 comentarios:
Sergio, tal vez no haya que darle más vueltas a pesar de lo bello que ha sido el recorrido que has hecho con tus palabras, el desenlace acaso llegue cuando miras a las personas de tu entorno y no te ves a ti mismo en alguna de ellas y cuando no haya alguien de tu entorno que al mirarte se vea reflejado a sí mismo.
Un abrazo.
Alicia, el recorrido es lo que importa en la mayor parte de la poesía. Los desenlaces son del lector. Son múltiples, diversos; contradictorios; indiferentes; desgarrados.
Los poemas intentan tocar una realidad sensible; a veces sólo la señalan.
En las despedidas broncas, bruscas, los retornos son más complicados, dicen.
Retornar ¿a dónde? ¿A la casa, al trabajo, al silencio?
¿El jardín? ¿Que tal si el jardín es de ojos o de cuerpos o de plantas carnívoras? ¿Cómo saberlo?
Sigo dando vuelta ruborizado.
Abrazo solucionado.
Sergio Astorga
Si la despedida es dulce hay posibilidades de retorno, si no lo es, si alguien salió herido, quizá sea imposible la simple idea de regresar.
Me encanta la acuarela, multicolor y plena de esperanza.
Un dulce abrazo, querido Sergio.
María Eugenia, los retornos como las relecturas tienen que ser amables. ¿Tú regresarías a leer un libro que no te gustó? ¿Regresarías a comer donde te hizo daño la comida? ¿Volverías con quien te menosprecio? Es sólo sentido común, ese que no tenemos.
La acuarela es mi versión de Taos, una comunidad de nativos americanos en New México, Estados Unidos.
Azucarado el abrazo.
Sergio Astorga
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