martes, 30 de junio de 2015

El tío Teto


El tío Teto tenía un aire metafísico, un paso meridiano y un aliento de claustro dominico. Todos saben que vive en la parte más serena del universo, esto es, en la planta baja de un edificio estilo Art Decó por la Colonia Roma. Sus días son un devenir de especulaciones, huvesillos de sentidos que se anidan en su cuerpo calloso. 
Es cariñoso, a pesar de que su persona se trenza en largos silencios. Yo me siento a su lado tratando de ser útil en lo que puedo. Le enseño el mapa de la tierra y le señalo el hemisferio norte y sur. Él sacude su persona y remienda las tonterías que le digo. 
Cuando estoy triste, mi Tío Teto, me ayuda a lavar el ojo y la pestaña y me dice, con esa paz de pecho: “si hay algo lejano es la niñez, por eso hay que regresar a pie”. 
Yo no lo entiendo, pero me pongo a caminar desde ahora, por si acaso.  
   

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