Amanece noviembre con ese olor a flor de cempasúchil. Relincha el ocre junto al amarillo. Como salida del baño, reposa sus mañanas y no deja que las islas se vuelvan continente.
El ángel de la panza de oro puede cantar la avaricia o el jadeo de la luz naciendo.
Celebremos los huesos que sustentan la vertical de nuestro paso.
1 comentario:
Sergio, también en noviembre buscaremos el amparo de ese ángel de la panza dorada, él nos dará la dosis de celo necesaria para que sigamos el camino con ímpetu de fuego, buscaremos su amparo cuando llegue la noche y sabremos que ya no tenemos nada que temer.
A la flor de cempasúchil, aquí la llamamos clavel chino. Al investigar de qué flor hablabas me ha encantado saber lo que se cuenta sobre sus pétalos, que guardaban el calor del sol e iluminaban el camino de regreso a los difuntos.
Este día de hoy siempre irá unido a tus calaveritas literarias y pictóricas.
Un abrazo.
Publicar un comentario