Alza su frente para que la fiebre se escape. Los reflejos acuchillan su cuerpo. De su ojo derecho un enjambre de lágrimas baja por su mejilla. El tiempo no pasa, arde, se consume, pero no pasa. En la calle los ladridos metálicos lo orientan, sabe que es su calle, que es su cama. Ella llega. La siente. Una mano colérica lo despierta. El tiempo se le abre en dos. Jadea. Un labio vacío lo reconforta.
FICCIONARIO GREGUERIL
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No sé qué pensaría Ramón Gómez de la Serna si levantara la cabeza. La vida
es una señora tan aburrida que necesitamos el perfume de la imaginación
para s...
Hace 20 horas.
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