Un signo en otro signo tiene la gracia de la confusión, del no estilo, del caos mental que una ciudad que se camina conlleva. El arte colectivo y anónimo no tiene patrones, sigue el impulso de violentar el espacio; su función última es contradecir y fincar un espacio emocional citadino. Si lo llevas a una galería o a un museo, lo corrompes. Los valores, como en la calle: transitan.
Fotografía: por las ruas do Porto, Portugal.
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