La realidad le hacía reír por provocadora hasta que llegó su vecino, productor de cine. Lo convenció de ser galán. Su llegada al dentista fue la primera parada. Con dentadura nueva y una sonrisa idiota salió en la portada de la revista de moda. No le cayó nada bien su transformación ni las inyecciones de penicilina.
Quiso ser Fernando "el hermoso" con el estribillo del espejito mentiroso.
Quiso hablar francés, pero le faltó billetera.
Ahora se dedica a bailar samba con un peluquín monumental.
Lo que sea de cada uno, su sonrisa sigue provocadora.
Conviene aceptarlo.
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