Fina piel enmarañada desde la cintura a la cabeza. No hay nada como la T, de todo, y la B, de bella.
Me despierto de noche. Soy un incógnito. Enciendo la luz. La ventana late, ignoro al resto de la casa y me acurruco en el lugar de la infancia cuando sólo se miraba. Honestamente ya toqué cuerpo y ahora, asustado, pierdo el sueño en este pasatiempo de imágenes.
¿Mi propósito? Persistir en la elegancia de este insomnio.
Ya pasaron 10 minutos.
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