Algunas horas andadas tienen el sudor de los viajantes y el olvido de los vecinos.
Los que contemplan las calles como rutas afines a sus noches de congoja, así era Conrado. Por años, ando libre, sin mutilaciones verbales. Ser en la calle parte de la mirada de una ciudad.
Admito que hay candidez, pero el mundo sin calles no es mundo, aunque se extravíe.
Conrado no ha vuelto.
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