Él, escucha rumores. El suelo se moja como esa voz familiar que lo deja colgado del sueño. Entre abre los ojos y entonces una voz como de llanto se le enreda en los oídos. No reconoció la voz pero si el llanto, ese moqueo como respiración. Secreción incesante que perfora el suelo, la mente. No se puede despertar, intenta incorporarse y nada, firme como si tuviera raíces en el colchón. Una y otra vez, quiso levantarse. Aguantó la salida del sol. En silencio acechó un mes entero.
Lo supongo
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