Sergio Astorga (México-Portugal)
Fueron llegando desde el dos de diciembre. Primero fueron las verdes. Cuatro cajas de doce esferas cada una, de inmediato sacamos el árbol de su caja y muy contentos colocamos las esferas. Mamá nos regañó. Primero las luces, nos dijo. Juana y yo las pusimos rápidamente. Nos gustaba nuestro verde con verde. Después llegaron las esferas azules. Las colocamos sin esfuerzo. Las amarillas las pusimos ya con dificultad, nuestro árbol es pequeño. Ya no teníamos esperanzas de tener rojas pero llegaron el cinco de diciembre. Las colocamos en los huecos que quedaban. Satisfechos mirábamos y mirábamos nuestro pequeño y repleto árbol de navidad.
Ya no sabemos qué hacer, siguen llegando esferas y esferas de todos los colores imaginables, todas redondas y del mismo tamaño. En el árbol ya no cabía una esfera más, así que las fuimos colocando a su alrededor. Fue inevitable cubrirlo, ya no lo vemos pero sabemos que está ahí detrás de todas las esferas. Hemos tenido que hacer algunos cambios. Las esferas seguían llegando. Así que llenamos la sala de estar y el comedor.
Ahora dormimos al final del pasillo. Por fortuna no hemos partido ninguna. Mamá dice que partirlas es de mala suerte. Lo que nos preocupa en realidad es que ya no tenemos paso a la cocina.
(Brevilla)
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