Sentenciada a no tener escapatoria. Trataba de buscar una salida. Recordó que el instante se puede prolongar si encuentra el agujero cierto. Adivinaba su decadencia; caer en una red vacía, como un otoño a la intemperie. Descendió fulgurante desgastando su humedad a cada centímetro. Sumergida en la negrura las imágenes quedaban transparentes. El frío metálico la envolvía y cada día una muerte pequeña la roía.
Por fortuna para los sedientos, resucitaba con ese sabor a centavo, con esa angostura en el paladar del glifo.
Base de fontanario por una rua de Oporto, Portugal.
2 comentarios:
Sergio, pareciese que una gota es algo insignificante. Creo que es nuestra labor que deje de serlo. Tú lo has conseguido con este texto y yo espero conseguirlo de nuevo cuando le enseñe al alumnado de este curso cómo calcular el numero de moléculas y átomos que hay en esa pequeña gotita de agua que titubeante se desprende de un grifo.
Un abrazo.
ALicia, el mundo tiene un físico robusto siempre a descubrir, a veces las palabras intuyen su realidad.
Abrazo con sus moléculas completas.
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