viernes, 27 de febrero de 2015

El Último Truco de Magia


El Abarrote y este abarrotero, como todo mundo sabe, pasa largas horas en el mostrador y en ese tiempo, la lectura va llenando los anaqueles del Antojo. Nos ha llegado un libro por la vía más antigua del comercio que se tenga conocida, me refiero al intercambio, al trueque, al doy y mi das. 

Este Abarrote envió el Calendario 2015 y a cambio -salidito del horno-  ha recibido el libro de literatura Juvenil: El último truco de magia, de Maribel Romero Soler (Elche) editado por edebé (www.edebe.com).
No es el primer libro que este Abarrote lee de la autora, han pasado Charli y el cofre del tesoro, Más allá de las estrellas, y la novela El perfil de los Sueños y el libro de cuentos Los Meses Cuentan (mi preferido).

Inscrito en lo que las editoras han llamado literatura juvenil, El último truco de magia, tiene las virtudes narrativas que Maribel frecuenta. Una sólida estructura literaria, dibujo de personajes, ritmo de situaciones, conflicto y desarrollo impecable. Los desenlaces, quitando el Libro de los Meses cuentan -que al gusto abarrotero es el más literario- me parecen concesiones, lo que aquí, abarroteramente hablando, diríamos que son finales didácticos.

Un viejo mago caído en desgracia, realiza su último truco delante de un cuadro del pintor valenciano Joaquín Sorolla. El truco se materializa y toma vida propia para ser rescatada por dos adolescentes e involucrarse sentimentalmente con el hermano mayor de uno ellos para regresar en un último truco a su estado original como imagen, pero a la vez, a encarnarse en un ser independiente.

Sin vender la trama que no es el interés de éste abarrotero, podíamos resumir los hechos así, como si cortáramos en rebanadas un buen jamón.Y así es, mi estimada clientela, es un buen jamón. Tiene todos los ingredientes para cautivar, la duda siempre presente entre lo veraz y verosímil, aquí nos asalta a cada momento. Es una historia bien contada, que este abarrotero, ya un lector viejo y mañoso, se entusiasmó como un adolescente. Esa es la gran pregunta que me hago al terminar el libro: ¿un adolescente de hoy? esos que llegan al Abarrote, con su Ipad, Ipod, tablet, smartphone, mandando mensajes a diestra y siniestra, que su mundo lector es muy limitado, no aquellos que ya desde muy temprana edad tienen muchos libros hojeados, tendrán un alentador comienzo leyendo El último truco de Magia de Maribel Romero Soler. Y para otro día dejamos aquello de que los finales felices son patrimonio de la ilusión juvenil.




jueves, 26 de febrero de 2015

Escaleras abajo


Era fácil saber el sitio exacto, sólo había que bajar por las escaleras que van al río y mirar los pantalones colgando delante de su ventana. Lo conocí cuando trabajaba en la carnicería. Era rechoncho, sin que la cicatriz que le cruzaba el cuello llamara la atención. No sé porqué entable conversación. Todo mundo sabe que no es nada sencillo sacarle las palabras, pero algo me atraía, tal vez su manera de fumar; incesante, metódica, como si en cada aspiración se le fuera toda su infelicidad. Un día me invitó a su casa, me dijo que la vista del río era particular, no como aquella que todo el turismo tiene metida en la cabeza.
- Vines por la Sé Catedral y buscas las Escadas do Codeçal, bajas y donde veas un tendedero con pantalones, ahí vivo, no te doy el número del predio porque no tiene- me dijo, en un tono que no esperaba respuesta.
La tarde era espléndida, una luz atardecida y dorada invitaba a no moverse hasta la llegada de la noche, pero ya había prometido visitarlo. Así que desde el morro en el Terreiro da Sé comencé a buscar las escaleras de Codeçal, entretenido al mirar los restos de la muralla Fernandina no me di cuenta de lo empinada de la bajada. Caminaba lento, procurando no tropezar. De repente se me aparecen los pantalones y un lengüetazo del Rio Douro. Las escaleras continuaban, sentí que él me observaba desde la ventana y sin mediar saludo me dijo: -Llegas a tiempo. Eso habla bien de ti.
Dudaba. Empecé a sentirme dominado y eso me incomodaba. Me convidó a pasar. Una mesa corriente de pino, dos sillas, una estufa todavía de aceite. Me ofreció un poco de café, agrio y fuerte y un pan redondo repleto de huevo, casi crudo. Sin preámbulos me ofreció un negocio. Necesitaba un socio y yo le parecía la persona indicada. -Dame 20 mil y te aseguro que en pocos meses te doy el triple- Por supuesto que no le creí. - Es un modelo de sierra para cortar la carne con una sierra especial. Necesito desarrollarlo 
-me miraba abriendo los ojos como pez agónico, como si esto fuera signo de credibilidad. Le dije que lo pensaría.
Dos semanas después, volví a las Escadas do Codeçal. Los pantalones seguían colgados imperturbables como si fueran una fotografía. Él no estaba; ni la mesa, ni las sillas, ni la estufa de aceite. Yo llevaba en el bolsillo del pantalón los 20 mil. 
Tuve que seguir bajando hasta el río.

Fotografía: Escadas do Codeçal, Porto, Portugal

miércoles, 25 de febrero de 2015

Brevedad XV


La brevedad no es una ocurrencia o un accidente. Es, como el poema: una revelación.

martes, 24 de febrero de 2015

12 Retos 24 Autores


Todo reto se afronta o se declina en función directa del que solicita. Asumir los retos de Caroline Lepage, son un verdadero placer creativo, ya que Caroline, sabedora del misterio que envuelve todo acto literario, pone el tema o lo sugiere y deja que la pleamar de cada autor llegue al punto de romper en palabras lo que se ha preñado en solitario o a duo, como así lo indica uno de los retos.
El resultado lo tienen a la vista.
Mi gratitud, nace de la complicidad creativa. Es el tercer proyecto en el que participo y la luz de Poiters se enciende por mi calle. 

http://www.calameo.com/read/00261779941d3ff749613

lunes, 23 de febrero de 2015

Raquel Tibol


La tristeza tiene caminos inciertos, llegadas fortuitas. Se instala en su imperturbable egoísmo y tenemos que dejarla ser. Ha muerto la maestra Raquel Tibol, y se me ha revuelto el mundo, el mundo irreal,que es el que habito.No añadiré nada que no se pueda consultar en Red. Su importancia en la crítica del Arte,su independencia: su brillantes y su fascinante vida,casi una novela.Secretaria de Diego Rivera a su llegada a México y su incuestionable visión de la vida plástica. Argentina y mexicana. Admirada y temida. Sólo diré algunos recuerdos. Cuando mi timidez era absoluta y no podía decir palabra a la gente que admiraba, me pase tres meses en un cursillo de Arte Mexicano organizado para Guías de Turistas en el Hotel Camino Real, sin decir ni pío. Escuchada con devoción en ese curso y en muchas otras conferencias y mesas redondas a las que asistía siempre de incógnito devoto. Tengo que decir, con el orgullo del tímido que fui, que el único premio que he recibido me fue dado por la Maestra Tibol, en la Revista Punto de Partida de la Universidad Autónoma de México. Ella por supuesto no lo supo, ni lo sabrá, pero confieso, ahora que soy un cínico en linea, que me llena de una insondable melancolía.

Mi recuerdo, Maestra Raquel Tibol, es grande, no hay espacio para la polémica, aunque usted la procuraba. 

domingo, 22 de febrero de 2015

Luis Buñuel


Hoy cumpliría años Papá Buñuel. 
Me gustaría decirle que la ilusión sigue viajando en tranvía.

sábado, 21 de febrero de 2015

viernes, 20 de febrero de 2015

jueves, 19 de febrero de 2015

Junto con pegado


Hace 37 años me puse a contar los minutos. Nunca pensé que la correa del reloj en mi muñeca representaba mi apego por las cosas.

Tinta/papel

miércoles, 18 de febrero de 2015

El untoso



Cuando el untoso despertó, seguía siendo él mismo. Un vapor fétido se confundía con el olor a cloaca. Se hablaba a sí mismo con ese gutural acento que le daba el estar siempre a ras de suelo. No buscaba comprensión,le parecía un sentimiento infamante. Odiaba las necias preguntas sobre su condición. Esperaba un poco de perspicacia, si vivía en una habitación redonda, era más que evidente que sus hábitos eran circulares, casi esféricos. Cerca de los insectos, vacíos de pensamiento, se mezclaba con la expresión de la oruga, frenético por alcanzar distancia. Él no se queja y busca la humedad y los latidos de aquella brisa encallada en la tela blanca de los tendederos. Es mentira los que dicen que nació en la isla de Creta producto de los amores de la Diosa Dalia con marineros extraviados. El untoso nació en Brooklyn, el día en que que los mulos de Manhattan derrotaron a Chicago Cubs en 1932. Ese día las criaturas lunares proliferaron dejando prótesis en los corazones y banderines azules en las esquinas. Cuando el estadio se vacío, del Center Field comenzó a a salir el untoso lleno de musgo en las cienes. Nació adulto, sin dolor. Las hormigas furiosas lo atacaron y el untoso tuvo que migrar. Ahora vive debajo del puente. Recuerda que tuvo buenas costumbres y toma el te cuando dan las cinco de la tarde. Las bolsitas machacadas que recoge en los botes de basura no lo turban, lo que le molesta es esa agua llena de burbujas que oprimen el olor de la manzanilla. Algunas personas le avientan trocitos de pan al confundirlo con la desgracia. 
Cuando pasa una mujer rubia se turba, se retuerce, tal es la herida que le provoca el recuerdo de su madre. Se clava agujas en sus anillos corporales y chupa las pocas gotas de whisky de botellas abandonadas.
Cuando la ciudad hace gárgaras con los crímenes del día, el untoso se reconforta al saber, que bichos de su estirpe se extinguieron por falta de aprecio.
Yo sé que el untoso no le quita el sueño a nadie pero, cuando veas a un escarabajo emborracharse con las curvas del aire entre sus patas, no le preguntes por su origen y déjalo llegar a su destino.

Mixta/papel

lunes, 16 de febrero de 2015

El yemoso


Salido del huevo original. Sin prejuicios por las teorías inhóspitas que tratan de su origen, él se sabe provinciano, cantado por poetas menores y representado por dibujantes sin escuela pero con oficio. La inmovilidad es su grandeza. Sometido al sol, envuelto por miles de asechanzas, emerge parsimonioso envuelto en sí mismo. Todo aquel que ha visto libros ilustrados sabe que el Cóndor lo envidia; el Basilisco lo maldice y el jilguero lo arremeda. Algunos hombres han ensayado su captura y él, astuto como Aquiles, se disfraza de ave de corral para confundir la maledicencia de los humanos. Su idioma esta hecho de silbidos, es testigo de la primera flauta y reconoce el lugar donde hubo fuego. En él se reúnen el aire, el vuelo y el combate. Su cuerpo es la yema y la luz, su clara.

Mixta/papel

domingo, 15 de febrero de 2015

Efecto mariposa


La historia, como toda narración, tienen en su punta una rampa o un talud por donde sube o baja el cuerpo esponjoso del relato. Así pues, de boca en boca se viene contando que, desde el primer festival de papel, celebrado por estas tierras del interior, esas que no saben del enfoque marino, la oruga, al sentirse con un cuerpo tan frágil y temerosa de morir por el fuego o por la lluvia, se transformó en mariposa.
Esa es la razón por la cual, sus habitantes tienen prohibido diseñar mariposas de papel, temerosos de que decida quedarse siempre como oruga. 

Fotografía: Ruas floridas, Redondo, Portugal

sábado, 14 de febrero de 2015

Corazonada


Era un corazón tan grande que nadie se dio cuenta cuando le salieron hojas y dejó de sonar.

viernes, 13 de febrero de 2015

Brevedad XII



Soy Brevito Cuentero, y no soy una falso problema por una simple razón, mi paladar es confiable. Sintética y momentánea, mi sombra se extiende con el lector. Mi volumen tiene el sentido de tus sentidos. 
La inteligencia ayuda, ¿no me digas que no lo sabías? 

Tinta/papel

jueves, 12 de febrero de 2015

Estación de espera


El reloj se mira en lo alto. Puede enmarcarse en una ciudad o en otra. El hierro forjado me recuerda el Palacio de Correos en la Ciudad de México. No hace mucho tiempo que las manecillas marcaban sin embarazo, la sorpresa de estar al mismo tiempo en una geografía memoriosa. Cierto, nunca salimos del cuerpo y nuestro reloj interno llena el espacio, aunque no sepamos reconocer su tic tac. No son los latidos lo que asusta, ni lo extraño que nos parece tener el mismo sonido de en todas las geografía. Mirar el reloj en otra ciudad quizás, las imágenes del trayecto se queden fuera y sólo algunas hacen flash para dejarnos habitar el momento. Sabemos leer los números: romanos, arábigos, pero, el tiempo que representan se acumula como esas rocas del Gran Canyon. Puedo explicar casi todo -falacia alentadora- lo que significa mirar un reloj en la estación de trenes. O llegamos o partimos; esperamos o despedimos, todo al mismo tiempo, no importan los años que pasen, siempre hacemos lo mismo: inquietarnos. No es casual que pensemos que las cartas o el mail pueden quitar la fugacidad, al poder verlas una y otra vez como signos fijos. En millas o kilómetros los día son nuestro territorio. Recuerdo que una tía que, literalmente se la llevó el tren, tenía un pañuelo azul perfumado que olía a cada momento para mitigar el desapego. Viajar, es un arte difícil. Esperar, un oficio burocrático. Cada vez que nombramos, evocamos una casa o al menos un lugar donde los objetos significaban compañía. Las horas se invierten y antes de movernos ya hemos viajado a nuestro destino. Relámpago inaudible entre el silbato del tren. Así, con destellos en los ojos buscamos el andén correcto, comprobamos el rumbo y nos sentamos revista en mano a que el movimiento real nos invada. Inmóviles, los otros, los que se quedan, sostienen nerviosos las mirada como si dejasen para mañana el olvido. Volvemos a mirar al reloj y comprobamos que ha llegado el inicio de un trayecto. Nos dejamos llevar, aunque sepamos que en nuestro bolsillo, un fósil de horas es nuestro equipaje.

Fotografía: Reloj de la Estação Ferroviária de Porto-São Bento. Portugal

martes, 10 de febrero de 2015

Fermento de pájaros


Arrancados del aire por los siglos incansables, vuelan sin pedir protección, ni a la brújula, ni a la luna, ni a las anémonas atrevidas asomadas por el cielo alegórico. La ciudad entera sale a los balcones enterrados por los edificios. En sus pisos deshabitados los desechos del vuelo quedan en montoncitos sobre los platos de la cena. 
En algunas tabernas todavía se cuenta la historia de cuando un pájaro se llevó a la rana nocturna dejando a los cantores sin brazos. 
Ellos, no se parecen a las palomas, ni a los buitres y tienen como padre al halcón, y como madre: la garganta del cenzontle. Cuando llegaron los primeros cantos huyeron asustados los caballos y los puercos; unos, acicateados a la aventura, los otros, apenados de su carne. Hombres y mujeres se dan palmadas en los oídos al confundir el canto por el pregón. Juguetones, algunos pájaros picotean las cabezas de los niños y jalan los listones con que las las niñas se apresan los cabellos. 
El silencio huye del sonsonete, por eso el revuelo que provocan cuando se acercan es tumultuoso y hacen temblar las copas de los árboles.
Hay una sintaxis de rama en todo vuelo, por eso el amarillo se vuelve azul silvestre.
Si tienes una pupila honesta y un vertical esfuerzo, puedes salir a verlos pasar el quince de febrero. Así lo afirman los pajareros, los astrónomos y los homéricos recuerdos del Egeo. 

Tinta/papel

lunes, 9 de febrero de 2015

Punto de reunión


Encontrar la salida es lo difícil. Los ojos se entretienen con la seda verde del musgo y los pies no saben para donde ir. Como toda crisis el para qué se cuelga en la baranda y y la pérdida de tiempo nos apremia.
¿Será que jugar a las escondidas, puede dar cuerpo a la salida? Lo sepamos o no, hay dos velocidades, una que gira en su propio eje y otra que describe una órbita recurrente de palabras.
El escenario es ideal, sólo falta improvisar para encontrar un hueco. A veces, tenemos que abrirnos paso sin usar nuestras manos.

Fotografía. Terreiro da Sé Catedral, Porto, Portugal

viernes, 6 de febrero de 2015

El arte y su emergencia


En su trajinera, cruzando canales y chinampas el fotógrafo llegó puntual

- ¿Una foto Güerita?
- No gracias.
- Ándele. Así como me mira, yo le tomé una foto a la Frida cuando vino a Xochimilco.
- No le creo.
- Mire, aquí traigo mi álbum. Vea. Yo estaba bien chamaco, no se crea. Me ve traqueteado porque la vida es dura. Yo siembro flor. Tengo mi parcela. La foto sólo es por el arte, para quemar el gusanito. Usted tiene bonito perfil. Se mira luego luego. 
- Bueno. Usted me dice. ¿Así?
- Ándele. Si parece estrella de cine.
- Es usted un caballero.
- Fotógrafo, güerita, fotógrafo de las estrellas. Ahorita la alcanzo, revelo y le doy su foto.
- ¿Cuanto cuesta?
- Cien pesos, güerita. “Pereme” me paga cuando se la entregue.
- ¿Y eso cuando va hacer? Mañana?
- Ahorita.
- Que bien. Oiga, esta muy buena.
- Le digo. ¿Oyó hablar de Gabriel Figueroa? yo anduve con él, de chamaco.
- Debería dedicarse a esto.
- Ni lo diga güerita, me gusta la independencia y cuando la flor no se vende y tengo urgencia de unos centavos extras pues saco fotos. Soy lo que se dice, artista emergente.

Fotografía. en los canales de Xochimilco, Ciudad de México.

jueves, 5 de febrero de 2015

La turista marginada



Sobre la arena, el ojo que abarca como un cetáceo las olas del mar y ella, sumida en sus dudas, olvida que las barcas no regresan al caer la tarde. Son reflejos de luz lo que confunde. Charlas de gaviotas que se pierden por el mismo rumbo, le confirman que la espera no tiene horizonte rescatable. Eso es lo que eres,concluye, una imagen fija que finge moverse con el agua.

Fotografía en la playa de Matosinhos, Portugal.

martes, 3 de febrero de 2015

Pablito


Pablito, nació con el siglo. Tatuado por la crisis de la saliva y el latido de la una de la mañana. Su pureza sigue en alto, sollozando como cualquier otro nacido en otro siglo. De pies helados, con el sueño fugitivo se consuela con la conspiración de sus amigos cuando se reúnen al salir del colegio. Todavía no sabe de mujer y por eso duerme a pierna suelta con el sabor de la Vía Lacta entre su almohada. 
Como sus contemporáneos, tiene los pensamientos quemados. Ya intuye que si se traga la cantaleta oficial podrá tener un trabajo promisorio. 
Sin embargo, Pablito se siente incomodo, algo le empieza a crecer en la cabeza, tal vez sea la adolescencia, motel inconfundible de la rebeldía. 

Tinta/papel

lunes, 2 de febrero de 2015

Engatado


Sólo lo miraba. Le buscaba los ojos. Paralizados, fingían dominar la situación. Sobre las escaleras el pequeño gato parecía suspendido en su arrogancia. Un volumen quietísimo y una luz intensa parecía convertirlo en estatua. 
Tomás, no podía subir las escaleras y entrar a su casa. No era la primera vez que se encontraban. Los primeros encuentros terminaron mal. Las cicatrices en los brazos así lo atestiguaban. Aprendida la lección, ahora permanecía quieto mirándole a los ojos. Retándolo. Desafiando por instinto, la dignidad de la especie. El gato con mas historia, sabía dominar su miedo e impasible dejaba que Tomás, lo imitara.
Cuando Tomás sentía la victoria cercana, un aterrador grito le cortaba la concentración.

- ¡Tomás! Qué tanto haces que no subes. Que se enfría la sopa. No tengo todo el día.
- El gato no me deja pasar.

Dos manos aferradas a una escoba y una mirada aterradora, lograban resolver el enigma del triunfo tantas veces anhelado.

Fotografía. Escaleras en la Rua de Barredo. Centro Histórico de Porto, Portugal.