Encontrar la salida es lo difícil. Los ojos se entretienen con la seda verde del musgo y los pies no saben para donde ir. Como toda crisis el para qué se cuelga en la baranda y y la pérdida de tiempo nos apremia.
¿Será que jugar a las escondidas, puede dar cuerpo a la salida? Lo sepamos o no, hay dos velocidades, una que gira en su propio eje y otra que describe una órbita recurrente de palabras.
El escenario es ideal, sólo falta improvisar para encontrar un hueco. A veces, tenemos que abrirnos paso sin usar nuestras manos.
Fotografía. Terreiro da Sé Catedral, Porto, Portugal
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