- Para la suerte, se dijo. Se metió en la mochila esa laminita de corteza del árbol más querido de su calle.
- Por si no te vuelvo a ver, se resignó.
Y fue verdad, nunca regresó. No por falta de apego y, la ingratitud no era lo suyo. Fue esa maldita sensación de sentirse refugiado a donde llegase.
- Cuando menos mi memoria tiene hambre de futuro, se dijo al entrar a la estación más frágil del año.
3 comentarios:
Muy bonito
Gracias Cati Delgado, por venir desde allá hasta acá.
Abrazos.
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