Pasando el río, dijeron, se encuentra la frontera. Duele cuando se recuerda. Resistieron. Se les veía manotear. Boquear. Bracear. Los altavoces, como trompetas de Jericó, desquiciaban. No importaban las plegarias, ni las suplicas, ni el miedo, ni el cansancio, sólo ese punto fofo del otro lado del río. Cuando cruzaron, ni una palabra entre ellos. Cada quien buscó sus pasos.
FICCIONARIO GREGUERIL
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No sé qué pensaría Ramón Gómez de la Serna si levantara la cabeza. La vida
es una señora tan aburrida que necesitamos el perfume de la imaginación
para s...
Hace 1 día.
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