Efervescente, envuelta en su burbuja, Martha Carmela se siente tan fresca, tan ingrávida que parece que pierde los pies, y esa fatiga de andar todo el día con los tacones altos, puntiagudos, innecesarios. Un pequeño paraíso redondo, es lo único que necesita. La ventaja es que esas esferas se reproducen por bipartición, ella las desea y surgen. Toda la casa vital y espumante se ha convertido en un bullicio de agua. Como en una ampolla enorme, Martha Carmela, gira, se toca, fluye en su humedad, se condensa. Sus recuerdos se licúan, se hacen jugo, agua pesada y secreta. El tiempo se hace lento, su cuerpo, ya viscoso, comienza a oler a sopa, suculenta, tibia. ¡Ay, la envidia!. Siempre desnuda, sin freno, envuelta en esa envidiable burbuja inmóvil diaria.
TARJETA NAVIDEÑA
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El domingo estaba paseando por el parque Lo Morant cuando vi a una mujer
sentada a la sombra de un ficus. Apoyaba la espalda en el tronco, lucía
unos casco...
Hace 1 hora.




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