El Señor Circunstancias lo sabía hacía algún tiempo. La libertad de decisión sólo ocurre en el lapso de dos centésimas de segundo. Todo es inconsciente e involuntario, por eso delante de su tasa de café de todos los días repasaba lo aprendido para que sus neuronas tuvieran el entrenamiento y tomaran la decisión mas correcta o justa. De ahí la importancia de leer a Plutarco junto con la tauromaquia de José Delgado Guerra (Pepe-Hillo) sobre todo para decidir con gallardía y valor. Fue tanta su preocupación mental que poco a poco se convirtió en una especie de cerebelo andante. Su cuerpo calloso, siempre en buena forma, encontró en la brisa fresca matutina la mejor manera de airear las ideas que serían procesadas.
Tiene un único problema, su melancolía mal dispuesta en su cielo de platino, encuentra al tedio y le gana una pereza tan intensa que ninguna sinopsis encuentra el camino de regreso. Es entonces que El Señor Circunstancia, se acuerda de sí mismo para alargar sin conseguirlo, esas dos centésimas terminantes.
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