jueves, 30 de abril de 2020

Con ellos


Ellos querían la gloria con todo y su tedio. Nacieron de mujer; de ese vientre simbólico que llevan en la frente. No tuvieron virtud pero sí mucha razón de querer sin freno. De cuando en cuando un recuerdo de su tierra de Santa María, una glosa a su padre muerto y estudios inciertos en la Universidad.
Ellos se pasaron la vida sin esperar arriba y tuvieron el buen tino de desaparecer con la frescura en la cara.
En buena verdad, somos ellos.

miércoles, 29 de abril de 2020

Consonancia vital


En su enconchado carácter el caracol sale al mundo con esa displicencia característica del que se siente protegido. Entre el cyclamen y la bugambilia se pasa la vida devorando las hojas. Nuestro jardín lo tolera. Un pacto territorial parece convenido. 
Hace una semana todo se trastocó. El caracol se salió de la habitual ruta para meterse en los charcos de agua dejados después de regar.
La concha fue creciendo y se escapaba por su laberinto un sonido de mar. Al darme cuenta de inmediato fui a la cocina por un puñado de sal. Lo esparcí sobre el charco y el caracol parecía cantar. 
Se acerca la temporada de lluvias. Estoy preocupado. Creo que los dos, entretanto, viviremos dentro de casa. 

jueves, 23 de abril de 2020

Ciudad en Blue

Se descuaja la calle entre bocinas y neones de luz. Todo es igual, losas de asfalto donde brota el grito de costado y los nombres de las cosas vivientes se guardan en el aparador y en la reventa.
Como fruto callejero Mike ronda por las esquinas buscando el trinche para comerse el sueño filoso de las bocas del hambre. Son grises las lenguas que lamen los edificios, y los zapatos de caguamo de los ejecutivos llenan de musgo las calaveras en las esquinas.
Las cucarachas Mike, te suben por tus huesos y la cuchara de tus ojeras se llenan de comida fácil. Las cacerolas móviles con sus radios encendidos aturden tu garganta de humo. Tus venas Mike, no tienen puertas ni rubor. Tu piel se obstina en tatuarse de mariposas y en las azoteas, las sabanas colgadas como clorofila ondean por la noche cerrada como un puño. Las ventanas huelen a whisky y los torsos blancos de las almohadas están llenas de abandono.
No existe el norte ni el sur en este tanque pulido Mike, es un eclipse solar permanente y en este negro puñal no hay néctar, sólo la sangre desteñida moldea los floreros.
Aquí los árboles son subterráneos y los crímenes son monedas de cambio.
No hay salida Mike, entre la 127 y la 18 las ratas arañan la mirada y los sapos laten su último suspiro.
Sergio Astorga

Acuarela/papel 20 x 30 cm.

domingo, 19 de abril de 2020

Don Augusto VII



El rey Don Augusto VII de la familia de Los Tejados tuvo en los tiempos que corren una contrariedad nefasta para el reino. Decidió revisar todos los tejados, cornisas y gárgolas del reino. Se calzó una botas con la punta reforzada se quito las galas y como simple fontanero lleva dos años brincando de tejado en tejado buscando renovar el rostro de la ciudad. La Reina, no para de llorar junto con la princesa, gorda y fea, que por su peso no puede encaramarse al tejado.
Don Augusto VII rey de la familia de Los Tejados quiere ampliar su reino pero le faltan tejas para continuar y cruzar el río. Convocó a los arquitectos. Subieron por las escaleras repartidas a lo largo y ancho de los tejados del reino. Cuando discutían el proyecto de atravesar el río extendiendo el tejado más próximo a la ría, divisaron a lo lejos al ejército del Principe Julian, heredero del reino de las Aldabas.
Cuando se aproximaron y estando al tiro todo el reino subido a sus tejados comenzó a enviar una tejería que diezmó considerablemente a los aldabeños.
Vencedores, tendrán que soportar la lluvia hasta que repongan todas las tejas que usaron de proyectil. 

jueves, 16 de abril de 2020

Mira muro


El latir del muro es real. En el centro una pausa, una escritura del instante. Una realidad sin certeza. De un muro a otro la ciudad conversa. Se desvanecen sus signos a plena sombra. La cara del muro se inventa cuando un grafiti lo invade. Nunca sabremos porqué el muro no detiene nada. El agua escurre, el viento pasa y nosotros murmuramos la rapidez del tiempo.
Dudar de lo que vemos es real por eso distraídamente lo inventamos.

miércoles, 15 de abril de 2020

Entre el nardo y el floripondio


Comenzó a tomar fuerza su inexistencia. Se volvió arisco hasta para el aire que respiraba. Solía contemplar un agujero en su cuarto. Quedaba dormido y soñaba sueños que no eran de hombre ni de animal. Quedaba suspendido. Como si el momento se alargara y el tiempo se diluyera como azúcar en agua. Agua dulce, eso es el universo, se decía. 
Cultivaba en silencio floripondios. Tenía meses sin salir a trabajar y sólo poner las manos en sus macetas y tocar la tierra le bastaba. Mirar cómo crecían las flores le provocaban un rapto místico. Comenzó a dudar sobre la eternidad, sobre la presencia omnipresente, sobre el castigo, sobre el premio. Cada vez que observaba el agujero, recostado en su catre, sentía el latido de la tierra, del floripondio, que al ser una flor masculina llegó a la conclusión de que Dios era mujer. Por eso el día que le regalaron un nardo tuvo un cisma teológico que lo llevó a la tumba.

martes, 14 de abril de 2020

La suerte de Su


Su, es voluminosa, voluptuosa y vulnerable. Nacida de amores profanos, creció con la certidumbre de las raíces que se expande independientes al genero de tierra que les toca fecundar. Su piel fina envolvía sus monumentales muslos. Su talle fino y fuerte como el olor del mezcal inundaba el departamento de dos habitaciones amuebladas con un gusto concupiscente. Sillas de ratán y mesa de cedro. Imágenes del tarot enmarcadas en molduras de aluminio. Y unas copas de cristal rojo que se exhiben en un armario modular regalo de su madre.
Acosada desde la adolescencia comenzó a presentir el futuro. El futuro, dice,  es como una especie de musgo se se me fue untando a la piel. 
Vulnerable a la conversación. Platicaba con todos, los enloquecía para dejarlos con la boca y los sentidos abiertos.
Un día, Ivan, amigo de infancia, quizo aprovechar esa cercanía y puso la mano en el húmedo muslo. Su, de inmediato se alejó y dijo con entrañable voz:

- Ni lo piensas Ivan. Seré tocada sólo por el hombre que yo odie.

lunes, 13 de abril de 2020

Punta y tacón


Mandujano pasaba por hombre cabal. Cuando abrió la tienda tuvo la fortuna de vender zapatos de mujer de distintos modelos, que sus clientas no tardaron en coleccionar. Zapatos altos, abiertos, con correa, con tacón bajo, de descanso, de coctel, de inhumación, casual y deportivo. No había lugar para el desánimo. Quién entraba salía con una o dos cajas de zapatos.
Mandujano la vio venir. Cruzó la calle con esa falda volandera. Paso firme con ese caminar elegante apoyando el tacón y punta como si una musiquita le tocara por dentro. A cada paso el ritmo subía por las pantorrillas hasta las caderas. Se detuvo en el aparador. Dudó. Señalo un par de zapatos de satín rojo. Número 25 le ordenó desdeñosa. Mandujano  solícito le trajo tres pares del número veinticinco, veinticinco y medio y veintiséis. 
Ella se probó el veinticinco. Me los llevo puestos, le dijo. Pagó en efectivo. Al salir Mandujano la siguió con la mirada. Se enredó en ella pisada a pisada. La vio dar vuelta a la izquierda. Imaginó entonces que la seguía, la rosaba, le invitaba, la besaba. Ella indiferente, seguía excitada caminando con sus nuevos zapatos.   

domingo, 12 de abril de 2020

Dos kits a la suerte






Al abrir el frigorífico, ¡horror! había desaparecido el melón. Tanta ilusión.Tanta rebanada contenida. Eso me pasa por desatender mi territorio. El único lugar en que yo confiaba. Consumidor inteligente de energía, con pantalla digital y cubitos de hielo al instante. Ha sido un vil engaño. Los vendedores me aseguraron uno, que era un melón de confianza que no se iría con cualquiera y dos, que era un frigorífico de última generación con alarma y GPS para posibles hurtos.
No cabe duda que el mundo está de cabeza. Desconfío hasta de la sandía que hasta donde yo sé, se baña en amargura.

sábado, 11 de abril de 2020

Día de asueto


Todos llegaron a la fiesta. Un largo rato las caras sonrientes quebraron sus candados para entenderse y bailar muy pegados con obscena y momentánea voluntad cartesiana. Tocar es existir al mismo tiempo. Después, cada uno en casa se sacrifica, se beatifica de olvido para continuar el día a día rutinario. Entretanto, sus cuerpos tullidos de oficina se darán danzantes, se calzarán con la vigencia de la música, fajando en el ritmo vencedor con el de alado. 
Todos llegaron a la fiesta. Emocionados se pasearon. Se acariciaron por los corredores. Fue en agosto. Cuando éramos libres.

jueves, 9 de abril de 2020

"Los Olores"


El primer día de luna llena del mes de enero colocaron la primera piedra. Trazaron un cuadrilátero con lineas blancas y comenzaron a levantar las paredes.

- Quedará bonita tu futura casa, Matias.
- Ya es mi casa, Jonás. Para mí, para esposa e hija.
- Una casa sin techo todavía no es casa. 
- ¿Cómo que no es casa?
- Sin techo no hay resguardo, estás a la intemperie. Tienes que tapar al cielo para no sentirte vulnerable. 
- No acredito en eso.
- ¿Te opones a la tradición? Recuerdas la historia de mi abuelo, por tardarse en construir el techo un día se lo llevó el espíritu de Parente.
- No tengo dinero para contratar a más gente.
- Por eso no te apures yo te ayudo y mis primos que viven en “Los Ocres”.

En seis meses Jonás, Matías y los primos terminaron la casa con todo y techo. Construyeron dos chimeneas inclinadas para evitar que el espíritu de Parente pudiera entrar cuando la luna estuviera en un ángulo ideal para iluminar la entrada. Así, confundido e indeciso como era, nunca entraría al no saber si la derecha es mejor que la izquierda.
Matías en agradecimiento a la ayuda prestada por los primos de “Los Ocres” frente a su casa sembró hierbas aromáticas.
Todos los habitantes de “Los Ocres” el primer día de luna llena del mes de enero llegan a la casa de Matías a olfatear todo el día los aromas perdidos.
Desde entonces al poblado donde se ubica la casa de Matías se le conoce como “Los Olores”.

miércoles, 8 de abril de 2020

Parente es alma


Hecha de menos el cuerpo que tenía. Por los calores de abril cayó en el estanque. Las aguas tibias lo adormecieron, por eso Parente, no sintió que su alma abandonaba su cuerpo. Ciega de contento vagabundeo por los alrededores como un pájaro sin nido. Al poco tiempo se cansó y quiso volver a su cuerpo que se pudría en el estanque. Desconcertado picotea, rasca el corazón, sopla en los pulmones. Nada. Su cuerpo inmóvil no recordaba su antigua agilidad. Parente, desencantado y con desgana se asumió como alma en pena, esperando entrar en el cuerpo de cualquier tonto que pasase por el estanque. Con el tiempo la ira contenida la trocó por la guasa. Cuando un animal o persona se acercaba al estanque con su largo pico les tocaba en el lomo o la cabeza. El pavor los hacía correr desamparados. 
Patente se sentía vivo y así logró calmar esa añoranza por su cuerpo.
Acontece.


martes, 7 de abril de 2020

Leopoldo un fragmento.



Leopoldo, como todo el mundo nació fragmentado. Una parte de padre otra de madre, la tercera sus antepasados y la cuarta que era la suya, estaba enmohecida y oscura. Sus tardes sumisas y devotas fueron de noviazgo. A fuerza de amar se le murió el nadie, ese otro nombre que tenemos debajo del colchón. Leopoldo se soñaba hombre, soñaba un rostro con bigote o con barba. Se veía espigado, varonil sin saber que significaba la palabra. De frente amplia y paso incierto dicen que pasó su infancia en “Los Ocres” y se envolvió en el cariño de Tamara. No sabía que esa fórmula de amor sólo es pasajera y no deja huella ni destino.
Leopoldo es un ser fragmentado y sus desengaños acaban con su días. No valen los zodiacos, ni el romero que alcanzó a oler cuando Tamara le dio el abrazo. 
Leopoldo como todos nosotros, intenta unir sus pedazos en esta tierra fría e indiferente. 
Quién conoció a Tamara, no revive, nunca vuelve a unir sus partes. Advierto.

lunes, 6 de abril de 2020

"Los Ocres"


Los braceros estaban encendidos, por eso la ciudad quedó entre bruma y con el olor curtido entre sus paredes. EL olor penetrante pululaba por sus calles. Olor que era la suma de las las yerbas consumidas. La ciudad tiene memoria del tomillo, mirra, epazote, laurel, mejorana y albahaca. No se sabe porqué un ocre color se asentó en la ciudad. Los habitantes ya con el rostro cobrizo no se incomodaban que desde entonces les llamaran: “Los ocres”. 
Tamara, vivía en el límite de la ciudad. Su figura rebelde por la noche caminaba por las calles de “Los Ocres” levantado amores de hombres despreciados por sus esposas. Ellas le insultaban. Tamara las miraba y se levantaba el faldón para mostrarles su torneadas nalgas. Cuando se enteraron que estaba embarazada arrojaron piedras y fruta podrida. Tamara, no perdió la calma. Respiro hondo en busca del olor de la albahaca y cruzó el río para resguardarse en un tejaban abandonado. 
Cuando llegaron los dolores, sola y sin saber que hacer grito, lloró y arañó hasta que sintió, primero agua y después un cuerpecito que nunca llegó a respirar.
Tamara nunca regresó a la “Los Ocres” y en venganza sólo dejó la bruma y el color. El tomillo, la mirra, el epazote, el laurel, la mejorana y la albahaca se los llevó todos en una gran e inspiradora bocanada.
Es por eso que hoy la ciudad de “Los Ocres” no huele a nada.

domingo, 5 de abril de 2020

Carismático


Carismático tenía la barba partida, un poco paliabierto, bocinero y con un temperamento Victorino. No se dejaba engañar y comía terreno. Por el lado derecho se embragetaba que daba horror. Era noble y tenía buena reata. Trotaba con elegancia y era pronto. Bravo metía la cabeza con entrega. Era natural que se le tenía que consentir sin mandarlo de más. Llevarlo de aquí hasta allá.
No todos son capaces de lidiar semejante tío. No sólo temple y valor sino esa cadencia, ese ritmo que sólo Gerardo Diego conocía se necesita. Por eso Carismático me lo traje a casa para cuando lo vea sienta que la suerte se torea por seguidillas entre el sol y la arena.

viernes, 3 de abril de 2020

Puñado de sal


Se recuerda que el silencio crecía junto al viento. Era marzo y los botes se mecían como peces vivos sobre el lomo del mar. El capitán Guzmán, orgulloso de tempestades libradas por su estrella grande y buena, navegaba con ojos que brillaban sobre la niebla. De negro y sombrío humor sabía del astrolabio y de las bendiciones de la estrella polar. Se recuerda que la luz se torció maléfica y todo fue un réquiem furioso. Se fueron por la borda sus hazañas, los maderos del velamen flotaron por el agua y se calcinaron la ropas al sol. Se recuerda que por un momento el mar se detuvo para rescatar su cuerpo. No hubo gaviotas revoloteando ni luto en el malecón. 
Oscuro capitán Guzmán la luna te recuerda como el puñado de sal que siempre fuiste.

jueves, 2 de abril de 2020

Bajo mesa


Nadie pregunta lo que hay debajo de la mesa. Se olvidan que los jugos gástricos se quedan en la parte baja del cuerpo.
Ya lo decía mi tía Consuelo: “detrás del paladar se encuentra la vida”. Lo admito siempre y cuando una taza de café me acompañe en sobremesa. 
“La soledad del hogar se encuentra en la despensa” dijo un día mi padre. Lo admito sin reservas. 
"Si hay algo de comestible tiene que ser en compañía", aseveró mi madre cuando anciana y ella sabía de la voluptuosidad de los sabores.
A la misma hora se esconden los placeres debajo de la mesa, desde niño lo sé, por eso no salgo de ella aunque me ofrezcan otras viandas. 

miércoles, 1 de abril de 2020

Abril

Y después, de lo más hondo de nuestra casa, con algunos insomnios y una desesperanza por frente llega abril con la barba crecida, con la ferocidad de su floración, con el abandono del bullicio.
Como consuelo, el antídoto del silencio en su rebelión, creciendo para la próxima alba.