miércoles, 9 de octubre de 2013

La primera vez



No era el miedo el que lo herraba, ni siquiera el código de su estirpe lo podía sacar de su terror. Salir a escena por primera vez no es para principiantes, aunque todos somos principiantes. Por más que nos aprendamos nuestro papel a escenificar existe esa fatalidad escogida de no saber qué hacer. Son esas miradas, penetrantes, eternas que se clavan desde los cuatro puntos cardinales. Y esas voces sordas que no escuchamos pero que taladran nuestros oídos: 

¡Así no se dice! ¡Arréglate el pelo! ¡Tienes que saludar! ¡No se te entiende! ¡No te quedes quieto como palo! 

Salta en pedazos cualquier deseo de estar en esa representación. Una lluvia de manos le cae encima y los reflectores le ciegan. Suda, mira y rebusca alguna cara conocida y benévola. La mirada divaga teatral, estéril. No puede cambiar de parlamento hasta que termine la función. 

Quiere ser otro en su candor de novicio.  

Sergio Astorga acuarela/papel 20 x 30 cm.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Ah, el pánico escénico. Yo lo siento cada vez que me tengo que poner a hablar delante de un auditorio.
La ilustración genial, Sergio. De verdad, es tan elocuente como tu texto.
Un placer visitar tu "Antojos".
Abrazos

Alicia Uriarte dijo...

Sergio, siempre hay una primera vez para todo, o dos, o tres,… Cualquiera de ellas acaso nos ha transformado en lo que verdaderamente hoy somos. Y aún más importante, cuántas primeras veces nos quedan por experimentar. Unas, acaso con temor y otras, con emoción. Sería bueno recordar cuándo fue la última vez de algo que fue importante en nuestra vida. Uff creo que me he ido por las astas del toro.

Bella imagen.

Un abrazo.

Sergio Astorga dijo...

María José, calambre, espasmo, temblor, seísmo cada vez que tenemos que dibujar o escribir. Después dos respiraciones y a fluir a veces con demoras y espanto, pero así el espacio escénico.
Estas en tus Antojos. Es grato tenerte por estos rumbos.

Abrazo improvisado.

Sergio Astorga dijo...

Alicia, este torito es bondadoso a así que no te dará empellones.
Las primeras y las segundas y hasta las terceras nos dejan buena enseñanza, ya la cuarta... mejor no decimos.

Abrazos no tan primerizos.