Como vela perpetua ese hombre se quedó pegado. Se escuchó un disparo y nunca se supo la mando que apretó el gatillo. Eran las tres de la mañana. Las buenas señoras del barrio ya le llaman el santito del cristal. Se dibuja al sereno y parece que las muchachas cuando salen de la escuela, le dejan flores o dulces con la esperanza de tener también un patrono pegado a su ventana.
DEMASIADO
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Nos lamentamos
de que era demasiado joven para morir,
pero olvidamos con frecuencia
que nunca eres demasiado
mayor para vivir.
Hace 1 día.
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