miércoles, 29 de junio de 2016

Decimonovena columna


Algunas columnas fueron madera de escritura.

Fotografía: por las calles de Porto, Portugal.

lunes, 27 de junio de 2016

Cosas de enamorados


Lo suyo era combinar. Nunca pudo tener una expresión que imitase lo que veía. Roberto Durán, acumulaba imágenes para ponerlas en ese orden azaroso de los encuentros. Soy lo que pongo, decía, no busquen en mí esa lógica sentimental de los encantamientos.  Le gustaba la danza, creo que estuvo en una compañía de danza moderna, por eso su vida se movía como en un escenario cambiante. Su reacción primera, cuando lo obligaron a vender seguros de vida, fue poner en la oficina una enorme cabeza de borrego y esparcidas en el piso las pólizas que tenía que llenar. Su violencia era visual, porque Roberto era un buen tipo, con la manía de recoger objetos en lugar de comprarlos. También le gustaba pegar fotografías. Tenía cuadernos llenos de ellas.
Algunos de sus amigos lo molestaban al decirle que tenía un abstracto expresionismo. Fue tal su enojo que raspó, de su colección, un retrato de Guillermo de Kooning, nunca supimos el por qué, es más, pensamos que la fotografía pertenecía a un cantante de rock o algún bailarín de Alvin Ailey.
Roberto, sigue vendiendo seguros y acumulando objetos. Esta feliz porque conoció a una chava que le dice: Tu eres mi Rauschenberg.
Cosas de enamorados. 

domingo, 26 de junio de 2016

Decimoctava columna


Algunas columnas se convierten en un delicado tobillo de escritura cosmogónica. 

Fotografía: Voladores de Papantla, Rancho las Golondrinas, Santa Fe, Nuevo México.

sábado, 25 de junio de 2016

Selfi colectivo


Decidió recortar el rostro en silencio para guardarse de su propia voz. A pesar suyo, cambió sus hábitos para negarse tres veces y cuidarse del aire de sus muertos y de los héroes que prometen flores en sus tumbas. De su semblante, han quedado las noticias de antiguos espejos y la huída de su primera nación: la del sabor sin noticias, los curvos minutos de espera y ese miliciano ardor del mañana. Sin saber que hacer, pasa largos ratos atento a los silbatos de los trenes y a los fósforos del aliento en el verano.
Es, admitámoslo, muy frecuente encontrarse con esas contraseñas amargas de la urbes, rostros igual al nuestro, tasajeados por el sol del desencanto y por esa civilidad perdida en las miradas. 
Permanece el pecho universal y el voluntario canto fúnebre. Admitámoslo.

jueves, 23 de junio de 2016

Decimoséptima columna


Algunas columnas deciden ser pilastras por rebeldía a ser corporativas.

Fotografía: Museu Militar de Lisboa, Portugal

martes, 21 de junio de 2016

Vitalidad


- Mamá, ¿porqué me pegas?
- Por tu bien.
- Y si me muero, ¿también es por mi bien?.
- No digas esas cosas.

lunes, 20 de junio de 2016

Decimosexta columna


Algunas columnas van modificando sus estilos, sólo para hacerle compañía a un rosetón que dejó pasar la luz primera del siglo XIII.

Fotografía: Sé Catedral, Oporto, Portugal

domingo, 19 de junio de 2016

El París de los jueves


La Señora Cozette, todos los jueves esperaba noticias de París. Hilvanaba sellos postales en las hojas de viaje de su cuaderno. Sin prisa, sus lentes se empañaban al recordar sus despedidas. Extraía un hatillo de alfazema que había puesto entre las páginas de sus revistas parisinas para aspirar el aroma ya imperceptible de la lavanda. Apretaba los puños para evitar romper ese rito de los jueves. Se alisaba su vestido para buscar la escoba y barrer una y otra vez la misma sala; cambiaba las carpetitas bordadas de la mesa y el trinchador, para volver a sentarse y para que nadie diga que la torre Eiffel es una obsesión pertubadora.
Por fortuna, sólo los jueves todo lo vivido tiene una ojera azul pesar y un responso.

viernes, 17 de junio de 2016

Eco estático


Atados a la entrada pegajosa,
en la madera la futura ceniza.
Tendré que contar, de todas las calles
una sola puerta encierra la entrada.

Olor de cuerpos untados al calor,
el oído y zumbido de las grietas.

Los rituales cotidianos:
una letanía de duelo 
un desfile de latidos
una plegaria de incendio.

La mano también es letra que se muere
en esa confesión de toda espera.
Se desnuda la calle al ver tu puerta
y un aliento naranja es lejanía.

Fotografía: alguna puerta en las ruas de Oporto, Portugal

jueves, 16 de junio de 2016

Decimoquinta columna


Algunas columnas, embriagadas, calientan la imagen hasta la distorsión. 

Fotografía: Palácio Atlântico, Oporto, Portugal 

miércoles, 15 de junio de 2016

Angelo Cravioto


De carácter naturalista y con ciertos hábitos todavía bizantinos, Angelo Cravioto, era la misma representación de la espiritualidad. Emotivo y con una frescura inusitada para su tiempo, llegó a la colonia hace mas de treinta años. Su influencia se dejó sentir de inmediato, se cuenta que su identificación con los problemas vitales lo hacía un humanista querido y admirado.
Nada más alejado que esa ambigüedad, sacra y profana de Caravaggio, sin embargo, Angelo Cravioto, le tenía apego a “El amor victorioso”. Le gustaba que las ciencias, las artes y el gobierno fueran pisoteadas por el simbolismo carnal de cupido.
Quién lo podría prever, estos últimos días su vida se ha convertido en un zafarrancho, como si un espíritu barroco lo dominase. El dramatismo hizo de Angelo Cravioto, un vivo ejemplo de la mudanza psicológica que provocan los claroscuros cotidianos.
Mi hermana, que lo ha acompañado todo este tiempo, confiesa, que por momentos, regresa ese semblante angelical que todos recordamos.

martes, 14 de junio de 2016

De cuerpo entero


La señora estaba recostada en una cama de aire. Su cuerpo, como en capítulos, sentía unirse rítmicamente a un sueño macizo. El sueño duró sin una sola queja. 
Cuando despertó se sentía entre ríos, como esas barcas que nunca quieren llegar al muelle. 
Como sabía que los hechos memorables no se repiten, y las flores del cementerio le son ajenas, la señora, apacible, espera un San José, para bailar en São João. 

domingo, 12 de junio de 2016

Decimocuarta columna


Algunas columnas se juntan para sostener la efímera sensación de gloria y virtud.

Fotografía: Arco de la Rua Augusta, Praça do Comercio, Lisboa Portugal.

viernes, 10 de junio de 2016

Decimotercera columna


Por desentonadas, al llegar a tierra firme algunas sirenas se hicieron columnas. 

Fotografía: O Palácio das Sereias, Porto PortugalO Palácio das Sereias

jueves, 9 de junio de 2016

La Buga


Le creció el magenta como a la bugambilia. Como ella, se expandió sobre el muro blanco. Se imaginó a Tamayo dando toques y retoques en el color, no sabía que antes, Olga Costa y su vendedora de frutas pusieron la intensidad para el disfrute.  
Claro, como siempre, alguien dijo que el presentimiento es de María Izquierdo. 
En fin, La buga, crece y crece como la Sulamita, en el Cantar de los Cantares.

miércoles, 8 de junio de 2016

Niño nocturno


Como un amor perdido, el niño jugaba con las palabras. Se palpaba el cuerpo. Brincaba. No sabía que al crecer, la noche alimentaría esos signos de puntuación y entre paréntesis, podría introducir todas las comillas como respuesta recurrente de sentido.
El niño improvisa.
¿No es tierno?

lunes, 6 de junio de 2016

Decimosegunda columna


Pasado y presente en alguna columna se sustenta.

Fotografía: Puente Don Luis y Muralla Fernandina desde el río Duero.

viernes, 3 de junio de 2016

Onceava Columna


Urbana y modesta, no por echar humo deja de ser columna.

Fotografía: Algunos tetos (techos) en Oporto, Portugal.

jueves, 2 de junio de 2016

Coloradito


Era una criatura aferrada al rojo. Alejado del blanco y con cierta dependencia a la goma arábiga. Quiso transferir su personalidad a una realidad más concreta. Al principio pensó emular a Julien Sorel, pero desistió al primer desamor. Ahora, avivado e intenso hojea los afiches del Moulin Rouge. 
Todavía no sabe de la existencia de Rothko. 

miércoles, 1 de junio de 2016

Junio


La humilde abeja vaga en el rosal en un sol sostenido. La atracción sucumbe en la tela de araña y de una hoja a otra fluye el arroyo que embriaga el corazón de luz.
El aliento es breve y pertinaz. Miremos.