No hay duda que toda historia tiene una
descripción. Una condena o una llamada por
mas críptica que esta sea. Hay un Miró en esa intensión de jugar con el trazo o
tal vez, un Tapies, tratando de inscribir un Tao. Las voces urbanas son
violentas, se apropian de un espacio, de una superficie y su intención es
comunicar. Un destinatario, que no somos nosotros, es un alguien que sabe descifrar
el código. Es verdad, tiene que haber un territorio común, pasar por el mismo
lugar para que tenga sentido o tal vez, el sentido es la permanencia en ese recóndito
espacio dentro de la selva urbana. La superposición de trazos, grosores y tonos
nos cautivan por espontáneos y bellos. No hay representación de objetos, es la
materia y sus signos. Por fortuna no hay un curador que quiera llevar a un
museo este brote estético. Por fortuna, el origen de las Arte es clandestino.
Fotografía: Muro en las Escadas de Monte
Cativo, Porto, Portugal.
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