martes, 28 de febrero de 2017

La fuente de las muchachas


Las niñas se bañan a los ojos del paseante. El agua en celo las moja entre las brasas de miradas. Parece que la sed se despierta y furiosos los mirones se dan cuenta que su polen no hará primavera en esos cuerpos. No hay horas, puntualmente los ojos devoran esa intimidad pública. Los silencios se preñan y como animales heridos siguen su camino al trabajo o al café o al descanso. Los huesos se quiebran al enfriar sus cabezas. Cada quién busca un nombre para encarnar su recuerdo. De una imagen a otra el mundo se completa. Se busca la barca, esos labios que no dejaron huella cuando en otra fuente, otras muchachas, se divertían en la fuente.

Fuente: Rua Campo Alegre, Porto, Portugal.

lunes, 27 de febrero de 2017

El Sr. Expresionista


Él se decía impresionista a pesar de que su origen nórdico lo ubicaba en la individualidad expresionista. Era verdad, su espontaneidad era deformada, irracional, no aceptaba el mundo histórico que le tocaba vivir. Estaba en contra hasta de sí mismo y de alguna manera buscaba un primitivismo emocional. Pero, ¿porqué entonces se auto nombraba impresionista?. No lo sé, pero en realidad su sentido de la posible catástrofe civilizadora lo desbordaba. Ruinas y cadáveres en su entorno, desarraigo. “Soy espiritual, afirmaba, busco el contacto con la naturaleza, el canto del cisne blanco, la fusión con la luz y su entorno. Soy positivista, instrumental. El progreso me entusiasma”. Sin embargo, su fractura con el día a día, lo hace vivir con la angustia del fin. 
Si ustedes viven en el filo de la navaja, tal vez tengan que mudar su concepto estético.

jueves, 23 de febrero de 2017

Cuadragésima segunda columna


Algunas columnas se cooperan entre sí para buscar la salida.

Fotografía: Biblioteca da Facultade de Ciências, Porto, Portugal.

martes, 21 de febrero de 2017

domingo, 19 de febrero de 2017

Otra rosa


Atravesando la ciudad, un domingo ingrávido, sale a nuestro paso la rosa. Asciende su aroma sin saber que los edificios son duros al tacto. Sin embargo, como la Rosa de Alberti, no se apaga su pensativa arpa.

Fotografía: traseiras da Câmara Municipal de Porto, Portugal.

jueves, 16 de febrero de 2017

Un silbido


El río se entretiene serpenteando mientras que la viña madura entre socalcos que recuerdan el talud prehispánico de la pirámide. Aquí el sol también abraza y otro dios se fermenta. Un idilio a la intemperie entre los genitales de la geología se vuelve paisaje. Pronto nos crece un volumen de aire y guardamos extenuados, la sensación de tocar el silbido de lo bello.


Fotografía: Pinhão (no coração da Região Demarcada do Douro) Portugal.

miércoles, 15 de febrero de 2017

Uno y otro

Fue por el susto, dijeron, por eso trae una máscara. El miedo es providente. Al ocultar su rostro ganó misterio su persona, eso dicen. No tenía ganas de nada, estaba todo el día echado en el sofá, siempre esperando a que pasara el susto. Cuando se puso la máscara, algo se acomodo por dentro y ahora sólo quiere vivir, tener sueños, como si lo sacaran de la tumba, así florecieron sus ganas.

- ¿Ya no tienes miedo, Pedro?.
- Mucho, estoy lleno.
- ¿Entonces?
- Rita, me dijo que me pusiera una máscara, que tenía que despistar al miedo. Y mira, tenía razón. Ahora me veo como otro. ¿Tu has tenido miedo?
- Terror, Pablo. Yo tengo terror. Un aire negro me muerde, me rasca, me escarba y se mete hasta los huesos. No sé de dónde llega, ni porqué, pero se mete y me grita. Estoy rajado por dentro. ¿Tu crees que Rita quiera hablar conmigo?
- No lo sé. Yo le digo.
- Gracias.
- No cantes victoria. Tienes que estar preparado.
- ¿A qué?
- A estar en un cajón.

martes, 14 de febrero de 2017

En perspectiva


Viéndolo en perspectiva la flor siempre aguarda.

Fotografía: Passeio dos Clérigos. Porto, Portugal.

lunes, 13 de febrero de 2017

El Sr. Madeiro



Como narcotizado de tanto sueño perdido, el Sr. Madeiro, comía aceitunas negras. Lascivo, guardaba en un cajón los recortes de fotografía de rostros de actrices y actores de teatro. La primera tristeza fue en el segundo acto, cuando de repente, olvidó sus líneas. Hay algo de sensualidad en los ritos del recuerdo. A veces él se mira a la mitad del foro y se sumerge en parlamentos profundos y melancólicos. El insomnio lo deja tierno, lo desgrana y caído de noche se acumula su teatralidad perdida. 
La segunda tristeza llegó mustia, solícita, como heroína del segundo acto. La voz se le fue apagando, nódulos en sus cuerdas vocales le dieron su último papel. Al principio se sintió inválido y no disimulaba su degradante humor. Tiene mérito, no hay que escatimar, no acabar desangrado en la tramoya. La tercera tristeza lo sacó del drama, dos ojos oscuros le dieron ese fúnebre pétalo del enamorado. Fue rápida la escena, pero le sirvió para enjabonarse la sonrisa y el amor propio.
El Sr Madeiro, nació en un tiempo malo, como el de todos, pero encontró en las aceitunas negras el refugio a los desdenes de Ofelia.

domingo, 12 de febrero de 2017

Guía de sombras


Seguir una ruta por las calles de la ciudad es seguir el discurso de una recta. Un sentido que se fuga a una velocidad proporcional al sin sentido. Fluyendo con los otros, boqueando pensamientos planetarios a toda línea.  El tiempo se deforma, entra en crisis, sus infinitas sombras nos muestran el camino. Empujamos al cuerpo a su destino para llegar a la meta aunque se nos separe la mirada de nuestros labios. Escondemos las manos para que la interrogación de la sombra revele su respuesta. Nada se oye, los pasos no se turban, lentos siguen el impulso. Paso que repasa el antiguo grito ahogado de la calle. Se diría que la luz acumula esos silencios, los pulsa y en perspectiva parece que también camina.
Hay una estación al final que nos espera. La lección se aprende si no se pierde el paso anónimo de esta odisea contemporánea.

Fotografía: Rua de Cedofeita, Porto, Portugal.

viernes, 10 de febrero de 2017

Día catorce del séptimo mes



Ese día las aguas se desbordaron de su cauce. Miles de peces, como dice Tablada, “al golpe del oro solar”, encallaron en el puerto. Se les veía mover sus aletas dorsales desesperados, abrían y cerraban sus bocas jalando aire. Dotados de indómita energía bajaron por la calle Marina Alta y dieron vuelta en la calle Almirante Thomas donde se alza la bodega y donde yacen las almejas y calamares envueltos en el frío. Como estela, la sal repasaba el camino desde el puerto a la bodega. Crecía una ola ensangrentada de escamas y branquias. Los pescadores, acostumbrados a los misterios del océano, veían ese desfile de peces moribundos. La tierra, siempre tan inhóspita, los recibía dichosa. 
Esto sucedió el día 14 del séptimo mes cuando se festejaba a Nuestra Señora del Ancla y las gaviotas, siempre hambrientas, se marcharon aterradas a mar abierto.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Cuadragésima segunda columna


A la voz de la columna hay una aspiración ascendente preñando con su influencia el rostro de las urbes.

Fotografía: Rua José Falcão, Porto Portugal.

martes, 7 de febrero de 2017

Mario y su entorno



La primera sorpresa que recibió ese día lo ha dejado dolido. Su nombre no aparecía en la lista. Sabía que todo nombre tiene un rostro pero, si no lo nombraban ¿cómo reconocerían su rostro? Mario es un nombre común, lo sabe, por eso es importante que lo relacionaran con una cara, porque reconocerlo por las manos o por las piernas requiere de un trato, de un reconocimiento mayor. Resolvió preguntar la razón de ese ninguneo. Quizo preguntarle al profesor pero este ya había salido del salón. Repasó las lista pegadas en la pared. No. No aparecía su nombre. Mario es un nombre simple tendría que seguir al de Macario. Contristo se dirigió a la Oficina de aclaraciones. Una larga fila lo esperaba. Tantos nombres sin rostro, pensó, esto si que es una conflagración. Esperó con esa inquietud propia del que no es conocido. Al llegar al frente de la ventanillas una señora muy encopetada alzo la mirada y sin esperar a que preguntara le dijo: 

- Hola, Mario ¿estás bien?
- ¿Cómo sabe mi nombre?
- Con esa cara sólo puedes ser llamado Mario. Yo reconozco el nombre con sólo verlo en su rostro. Cosas del oficio. ¿No te llamas, Mario?
- Si. Por eso vine, en la lista no aparece mi nombre.
- Eso es fácil, si te llamases Juventino o Zigor el problema sería grande para mi, ¿cómo reconocer un rostro con ese nombre? Ya me ha pasado y causé un enorme problema de identidad. Listo, ya está. Ahora tu fotografía y nombre coinciden.
- Gracias. 

Mario, con un semblante reconciliado, fue a la cafetería a tomarse un buen desayuno. No hay nada como recuperar su nombre. se decía. Al llegar al frente del mostrador pidió dos huevos fritos con jamón y un café con leche. El dependiente preguntó si estaba inscrito en la lista, los desayunos se pagaban al inicio del período escolar y Mario había pagado todo el año.

- ¿Estás en la lista? me preguntó.
- ¡Por supuesto! Me llamo, Mario.
- No estas.
- ¿Cómo?
- ¿Cuál es tu apellido?

lunes, 6 de febrero de 2017

Mosaico mar


No todo el mar es de agua. Con la prisa del camino y de hallar puerto, una red de mosaico negro y blanco se expande como marea en un gesto sólido. Peces urbanos, huraños porque no saben contar historias de fabulosas olas,  tienen que conformarse con un sin fin de dura arena. Deambulan, sin espuma que les refresque la vista. Han puesto un barco rabelo que cuando se pisa, esa falsa filigrana ribereña, ata sus tobillos. Buscan algún muelle y una calzada blanca y negra se alarga hasta terminar la calle. Atracar en una esquina y buscar destino en agua verdadera, los enfrenta a la tormenta diaria del navegante citadino. Con la zozobra, desandan y se embarcan de nuevo, con el pecho apretado, para buscar la gloria de jalar los cordeles y confundir el tedio extenso de otros viajes.

Fotografía: Calzada portuguesa, Porto, Portugal.

domingo, 5 de febrero de 2017

El Sr. Euclides


El Sr.Euclides se quedó con el silencio de los labios. En su vía láctea se dejan ver los equiláteros y son paralelos sus recuerdos. Su cóncava mirada construye rectas equidistantes que permiten recorrer caminos de interpretación nunca vistos. De su ancho y su largo, poco se sabe, pero se deduce que le fascinan las mandarinas y los melocotones. De sus ángulos interiores retoma esa fuerza de carácter para enfrentar las dos hipótesis que tiene siempre enfrente. Aunque sabía que todos lo ángulos son rectos, lo mortificaba la distorsión del mundo que percibía. Estimulado al saber que los signos cambian y que lo que dicen a veces no dicen, se pasa la vida a distinta velocidad. Sabe que los catetos no suman su hipotenusa, aunque lo quiera.

viernes, 3 de febrero de 2017

El cartógrafo


El cartógrafo se desvela y lanza un efímero lazo por la ventana abierta. Busca grabar en su memoria la tranquila visión del medio día. Él, vigila el vacío y las venas del río lo dejan en vilo, imantado a esa pureza perenne de los silencios a la deriva. En su mesa están sus mapas como cicatrices sonámbulas de tierra. Por su razón se cuelan las nubes de la tarde y en carne viva, se le pegan las algas de otros mares. Su vida es insular y nada estéril, aunque son flácidas las puntas de sus lápices. En la noche, cuando duerma, sabrá sumergirse en esas aguas que tanto amor le han confortado. Por lo pronto, la brisa lo amarra con ese leve frío en sus orejas.

Fotografía: vista de Ribeira desde Gaia, Porto, Portugal.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Febrero



A trompicones y aullidos de ácidos alientos nos traen a febrero con el corazón abierto. Recelo y fibrilación en nuestras casas. Sin embargo la palabra viene como bálsamo, esencial en su jarrón de horas. Busquemos la afinidad del fruto y con audacia, vibremos.


**Como todos los años por respeto a las personas que adquirieron su calendario, los dos primeros meses pondré sólo la portada. Si quiere adquirir el Calendario, todavía está a tiempo, puede pedirlo.