Las calles crecían como sus pasos en la noche redonda. Se miraron desde la nuca. Se contaron sus fatigas y envidiaron a los que murieron. Ellos se amaban. Se dispersaron por las sombras de la casa para decirse palabras. Aumentaron el frío entre sus pupilas. Corrieron las cortinas. Plantaron oliveiras e minho para despedirse.
Así dicen que se agostan las almas en su contexto.
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