martes, 30 de marzo de 2021

Nonagésima columna


Algunas columnas conmemoran la victoria bajo el mismo cielo tolerante.

Fotografía: Rotunda da Boavista, Porto, Portugal.

domingo, 28 de marzo de 2021

jueves, 25 de marzo de 2021

Sr. Flor

 


Empapada la camiseta de alma, el Sr. Flor, lloraba de amor. Improvisaba todo el día. Su cosmos era un reducto de maseta. Un solo tallo como cuerpo, esbelto, lento y fino. Inhala el moho lúbrico, orondo, chupa que chupa la mosca que gira como pantera por sus ojos. Es maniático, dramático como tallerista de cuento; un paradigma, un trozo lingüístico sin referente. Le gusta la música de fondo. Baila, mórbido, florece entre el pabilo y el pétalo. Ella lo vio, la enamorada. Una despótica Ofelia que quería normalidad, seguridad de hábitos. Era evidente que nacerían lombrices, rencor y desesperanza.

Pasarán muchos años para encontrar la cura. Quizás un día, debajo de la tierra el Sr. Flor será capaz de ser pasto de otro brebaje de amor. Una clara de huevo cósmico y tomar el pulso del mundo que hoy en vano rota en el injerto del desamor.

Exhausto.


lunes, 22 de marzo de 2021

Tránsfugo

 

Luces encendidas y la bandera del desertor se miraban oscilar en la esquina de la espera. Era el espejismo de ser tu mismo. Aquella mañana abrió la ventana. No tuvo reparo en escupir dos veces. Una razón oscura lo movía semejante al catecismo de los grandes públicos. Sin embargo, el azar era el mandamás de su vida. No, no, se decía, no seré el canta autor de mi reflejo. No deshojaré la margarita. No tengo entusiasmo. A penas tengo aliento para tomar el autobús a mi medida. Que diga: en trayecto.

Nunca le buscó bronca a la ciudad, aceptaba el ruido de las motonetas y los orines de los perros pertinaces escurriendo en las paredes. No le importaban las cosas como están. A gusto en su hoyo, con su tos y su vino. Sudaba como cualquier hijo de vecino. Sus andanzas son el truco para cerrar esta función. 

Incompatibilidad de indolencias.


viernes, 19 de marzo de 2021

lunes, 15 de marzo de 2021

Locas de atar

 

De la vuelta de las labranzas, de los remedos, de los rincones; de las nostalgias de las formas, del tedio del cornúpeta del lápiz, de la acuarela dromedaria, del parco espacio enano y porno drástico; errante de los diseños, el bípedo entorno de la forma, sin oficio. Recamado de la metáfora de las líneas perversas de ideas en resaca y reseca: lumbar de la materia plástica sin alma calma. Locas de sentido, del íntimo páramo de la lengua; de la conjugación de la cópula del tenso eterno, del silencio del próximo dibujo. Rodeado de papeles, de libros; de ceniza borrada en lienzos de arpillera. Las plazas de la infancia, las horas de las librerías conocidas y ese remedio de latín oxidado dentro de mi cuaderno. Rosa rosae traspasa mis huesos, la memoria. Me estiro en el caballete, el cuaderno, y es latente la primera nuca expresionista. El agua navegando en el pincel, sin tregua, con el asombro de que un día estuvieron dibujando autorretratos. Se asoma la ciudad por la ventana y una locuaz palabra como arteria emprende el vuelo, y un cadáver como estatua comienza a modelar. Los papeles están en celo, sacan las mentiras en los ocres, en los ultramarinos, y no hay manera de trabar las puertas, las mesas, los automóviles. Entonces los diccionarios llegan y de pronto se avientan dulcemente a las vías del metro. No se puede atardecer si los colores no están completamente secos. La angustia de que maduren a destiempo nos deja ateridos leyendo estas palabras.


domingo, 14 de marzo de 2021

Entre las hojas

 

Cansado de carecer de antenas que le pudieran avisar de los peligros de los jardines que recorre en los alrededores de la ciudad. No sabe porqué no se aparta de su cuerpo ese silencio muerto; esa calma sin luna. ¿Qué hacer? Sin horario, mezclado con el barro, con las lombrices, recluido con esos vecinos rastreros. Un camino, una casa, sus ruidos, es lo que busca a tientas con los nervios de anélido, de bicho raro. Escucha las gotas de la lluvia, saluda a los caracoles, les envidia su concha, sus antenas. Como siempre, rodando a ciegas no encuentra el derrotero. Cuánta monotonía. Socavan su ritmo vacío. Sólo, entre miles de insectos que saben a dónde van.  Aquí o en otro lado, la tierra le penetra por las venas, le duele su cuerpo, su cabeza, su recuerdo. Por el vidrio baja una araña, asfixiada, como si estuviera fuera de propósito. La mira y encuentra consuelo. Busca meterse entre las hojas y espera a que pasen las horas. Llorar a lágrima viva hasta que se inunde esta hojarasca lo que resta del día.

Lo consigue.


jueves, 11 de marzo de 2021

Su sombra


Como una enfermedad venérea contraída por nuestra tía más querida. Así es su sombra. Lo seguía como anestesia, como Facebook desbocado. Bocado, carnada machacada. Total, ni la Internacional Microcuentista lo cuenta, lo muestra; ni ellos en su delirio dramático quieren tener esos espejismos que su sombra proyecta como un trozo de tragedia. 

Rota la media, lo asedia, lo putea de noche, de día. La sombra es pantera, pantaleta que patalea en la radio, en la televisión, en zoom. Su sombra es una Ofelia que resiste, se fascina, se desvive y se incrusta. Nada salva a la sombra, ni la antropología, ni la pastelería, ni su lengua, ni su almohada. Llorar no sirve, ni poner la rodilla en la hierba del insomnio. La sombra es una lija, una miga irreductible. Que no lo sepan es su problema, el mío, el de todos. Los brazos, las piernas se juntan, se confunden. La sombra es negra, sin ojos, sin zapatos, por eso son irascibles los días sin sol.
¡Basta! Dejemos de asombrarnos, que la sombra deja caminos para los que vienen atrás. 
¿Sienten sus pasos?



miércoles, 10 de marzo de 2021

Eco

 


Un reflujo de anestesia fluorescente, prensil, carnal, letal. Se escucha como larva, como hierva; como lúdica oruga. Chupa, rebota en las paredes. Una entelequia con greña. Una intensidad mórbida que fluye viva. Es una crisálida de la noche alada, donde se inhala el espacio desnudo, nutrido de nada que se absorbe y que da mucho gozo. Temblor de gloria en un infierno precipitado de sonidos incomprensibles a las bocas. Un paradigma sin trenza, con materia despótica de viento. Un sexo sin dueño y un premio de abstinencia sonriente. No hay un sitio mejor para meter el oído sin contradicciones.

Te lo digo por experiencia, el eco tiene la muerte de las abuelas y la sintaxis de los arcángeles, esos que tienen gatos por amigos. No te niegues al eco, que te puedes contagiar de silencio.

Es muy grande la noche accidentada en su propia ración.

Repite conmigo

martes, 9 de marzo de 2021

Caballo de Rey


No era un rey de chocolate, era un jubilado de carnaval. Nada viejo y con poca ingenuidad. Tenía un caballito de madera, rescate de la juguetería de su familia que llevaba a todos lados; le hablaba y cepillaba su cartón, quitándole la pelusa que se le pegaba debajo de las orejas. Parecía un Rey de Astorieta que pretendía mostrarse un avatar digno. Como todos los reyes saboreaba a la gente de lejos. Sentía pena de ellos y con un gesto misericorde los miraba sin decir palabra. Acariciaba la crin de su caballo, le musitaba palabras cariñosas, y su reino circular se instalaba en ese hipódromo inmaculado. Sabía que por una nariz ganaría al llegar a la meta.

Quería imponerse a la realidad, por eso se ha dado a la tarea de buscar un digno nombre para él y su caballo. Si la vigila te habita sin amargura, puedes ayudar a nombrarlos. Será tu tributo en la red social. Si eres mayor de dieciocho años envía tu aportación onomástica por estos conductos. Plazo límite 14 de febrero.

domingo, 7 de marzo de 2021

Ubre et orbi

 

La ubre consentida tiene su casa con los Ortega. Su blanco universo le dio corazón a toda la camada. La alegría viene de la libación, lo saben el colibrí y los añojos.

Los bares la imitan, pero saben a fracaso.


lunes, 1 de marzo de 2021

Marzo

 

El trío ángeles 

Después de una serenata en los confines del cielo, y al tocar todo su repertorio bolerístco, el Ángel del mostacho, primera voz, se enamoro de la Rita. 

Desnudos al amanecer, el verano terminó en tragedia. Una broma macabra escurrió por los cristales. Los angelitos no tienen sexo.