viernes, 9 de abril de 2021

Una bala perdida


A su pesar, eligió sentirse bien los domingos por la tarde. Columpiarse, dejarse matar por el movimiento, ponerse los lentes y sentir el invernadero de recuerdos. Ocupado en la semana con tareas innecesarias, pero bien pagadas, se quedó con los ojos tristes. Porque cuando la rutina crece la mirada lo resiente. Sin queja, ni gloria, ensayó otra rutina. Llegó a sentirse tan bien que parchaba los días, hasta el domingo. Como un Adalid eligió sentirse plenario, puso cara de malo y aguantó las mofas de propios y extraños. 
Resumiendo, recibió una corona de flores y un coro de llantos el domingo próximo pasado. 
Los abajo firmantes, negamos sentirnos bien, pedimos ocupación para las tardes de domingo. 
Que sea un día más de oficina.



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