domingo, 31 de mayo de 2015

Guardian


No importa que protejas la llegada de las cartas. El gesto de la letra avanza con noticias evocadoras de encuentros posibles. Recuerda que los pasillos de la memoria son huraños y aunque un león te vigile, hay una brújula que guía el asalto a tu indiferencia.
Se diría que nunca se podrá devorar a la letra que me lleve hasta tus ojos. No hay ley que impida dejar un caudal de sobres con mi nombre en el dorso, y tomar cafe con dos de azúcar mientras espero.

Fotografía: alguna puerta en Porto, Portugal.

sábado, 30 de mayo de 2015

Valva urbana


La concha siempre busca cubrir al posible molusco. Las ciudades tiene el mismo anhelo. El agua, pendenciera desde el origen del mundo, nunca repara en la sed que provoca.
Estaba escrito que del mar venimos y que siempre seremos parásitos del agua por más dura que sea la piedra tallada.
No hagamos olas, que hemos logrado entubar su movimiento.

Fotografía: en algún "recanto" (rincón) de Porto, Portugal.

viernes, 29 de mayo de 2015

Boyante


Una araña de luz se cuela por la claraboya. El aire queda atrapado y ningún ángel puede entrar. Los tecolotes aguardan la noche para romper la telaraña. El día sabe que termina al perder elocuencia.
Algunas imágenes no resisten la avaricia, de tan altas. 

Fotografía: por las ruas de Porto, Portugal.

jueves, 28 de mayo de 2015

Me han dicho


Del muro brota el temblor de un verde. Me han dicho que fue una sombra.
No indaguemos. Así es la charla indiferente en las ciudades.

Fotografía: en alguna pared de Porto,Portugal.

miércoles, 27 de mayo de 2015

En cuanto a ti


En cuanto a ti, puerta, el privilegio que guardas es tan frágil como la palidez de una bienvenida.
Las respuestas siempre han estado cerradas.
No te ufanes. El óxido te cubre.

Fotografía: alguna puerta en las ruas de Porto. 

martes, 26 de mayo de 2015

Ahora pregunto


Ahora me pregunto si la imagen se entrelaza como el humo dejado por la llama.

Fotografía: alguna reja en Porto, Portugal.

lunes, 25 de mayo de 2015

Ahora


Ahora me pregunto que será de aquél nombre grabado en el muro de mi calle.
Huellas. Sólo Huellas.

Fotografía: Ruas de Porto,Portugal.

viernes, 22 de mayo de 2015

Trayecto


No hay instante más largo que esperar la llegada. El pavor tirita y los sudores se acurrucan en la frente. Él, de pie con palabras simples y seguras se aferraba al presente embarque. Pensaba en todo lo que leyó sobre el espíritu y sobre la vecindad de los abrazos. Aferrarse a las palabras, al vino y  al desnudo éxtasis de la ingle. Solo él, sabe como sobrellevar los despojos de la marcha. El gran silencio queda entre los rieles. Siempre las monedas doradas del camino. El olvido de los nombres y la tenaz visión de los encuentros. La memoria más vieja tiene las cenizas exiladas. No existen caballos blancos. Al mismo tiempo las faltas gramaticales y la letra común inscritas en el libro de visitas. Entre el llegar y el partir, sólo nace el amarillo reflejo del camino. Sólo un gran silencio de  vocales en el escenario del billete de ida y vuelta. Se disfrazan los sollozos para que el cadáver de la sonrisa se mezcle con la ofrenda.
Él, tuvo un nombre, que no diré porque esta por llegar a la estación de São Bento. 
Al pie de la letra siempre esta un casa.

Fotografía: metro cruzando el Rio Douro, Porto, Portugal.

jueves, 21 de mayo de 2015

Mensaje


Llegaron las palomas con el aguijón del mensaje. Nunca abrió la ventana. Quería borrar la noticia del mundo. 
Las palomas siguen llegando. Hambrientas.

Fotografía: por la Muralha Fernandina, Porto, Portugal

miércoles, 20 de mayo de 2015

Erguida en bronce


La miró de nuevo con sus vestiduras publicas. La gota de vida del otro lado del jardín: los niños jugando, las hojas de los arboles golpeando al viento. Todo es vano entre él y ella; sólo la pátina entre ellos.
Respetuoso, el metal de la tarde los acompañó para no turbar la intimidad de su encuentro.

Fotografía: Jardins do Palácio de Cristal, Porto, Portugal.

martes, 19 de mayo de 2015

El señor punto y coma


Como hasta de viento el Señor Punto y Coma busca siempre las 10 de la mañana y siempre, con retraso, el reloj de pared de su oficina marca horas torvas e imposibles. El Señor Punto y Coma, descorazonado, a pesar de que el tedio nunca lo abatió, la melancolía se amarraba a su cintura. De origen serrano y de camisa blanca, hablaba con él, de él. Compraba su periódico, sufría las pobrezas y de su alma resbalaba una pregunta: ¿Cuál es, mí tiempo?  Antes de gritar, raspa lo que queda de las horas y con una navaja cambia la etiqueta al día. Ordena su mapa mental, recuerda que su oficio es dar sosiego, dar una pausa, no tan larga, para que transcurra el canto del gallo y el lomo del día no tenga una infancia dolorida. El huevo básico, está seguro a cada parrafada porque viene un querer, que sacude las manecillas de las horas cojas. La salida hay que saberla desde la entrada, en caso contrario, la huida saborea su curvatura.
El Señor Punto y Coma, sin lugar a vacilaciones, es un hombre de su tiempo, sin corbata y con una pena inmensa de saberse innecesario entre tanta interrogante. 
Su anterior vida, es un punto y aparte.


lunes, 18 de mayo de 2015

Radiografía mínima


Calles como semillas quemadas eran las pisadas descalzas. Era la sequía. Eran los andrajos revueltos en polvo. La antigua luz verde de las hojas había muerto. El cacique se tomaba la barriga y reía. Reía cuando miraba los fusilamientos alumbrados por el gas neón. Se escuchaba el rechinar de los esqueletos. Violada de un solo tajo la palabra ya no tenía labios que la nombra. 
Ya son muchos los ausentes. La espiga es roja y nosotros, vivientes, nos reconocemos en nuestras máscaras y tatuajes.

Así es de contundente desde el comienzo. Como un buen micro relato.

sábado, 16 de mayo de 2015

viernes, 15 de mayo de 2015

No fue gemido lo que se escuchó


Fue el peso del aire lo que inundó los ojos. 
La tormenta es un juego de otra historia 
que no se cuenta por crueldad.
Hay un olor,
como buena grieta de sabor
queda inscrito en la piel. 
Puedes ser un olor cítrico 
arraigado en la declaración amorosa. 
O el olor de la manzana que arrastra 
la primera rama que ahora es leña.
Los silencios no son del invierno ni del hielo.
Son el vestigio de la jaculatoria cotidiana,
cuando el cansancio nos agota la razón. 
Quienes saben que la lluvia es la vértebra 
visible de la lluvia, miran de frente.  
Por eso no hay meses crueles. 
La ceremonia de la ablución 
puede estar en cualquier momento. 
El agua es marrón, pegajosa, 
con un rostro de caracol acurrucado bajo tierra. 

No es gemido lo que escucho. 
Hubo cuerpos, rituales amorosos, repeticiones.
Calor y bullicio. 
Los huesos ahuman los cuartos. 
Una veneración al vacío es lo que ve. 
No hay duelo. 
Sólo ese túmulo de agua en la comisura de la niebla. 
El trémulo del la hierba 
y la marca del frío en el suelo fértil. 

No fue gemido lo que se escuchó. 
Fueron las huellas que migraron 
de las esquinas que conocía. 
De mi casa. 
Del aliento que vivi. 
Si hubo un principio
fue en esas calles de tezontle. 

No fue el gemido lo que se escuchó. 
Fue la voz del tlaconete 
arrastrando su baba en la húmeda zotehuela. 
Una hendidura en el recuerdo. 
Esa imagen se junta con la sal de cocina. 
Grano grande para el estertor final del tlaconete.
Sé de memoria, desde la infancia,
esa visión viscosa
subiendo por la pared, buscando cobijo. 
Una cortina es el refugio de esos primeros recuerdos. 
No voy a repetir el gemido. 
Beberé la poca certeza 
que ha quedado entre las uñas.

Portada de libreta

jueves, 14 de mayo de 2015

Olvido básico


Al señor Pablo se le olvidó su cerebro cuando se bajó del tren. Su pasaporte decía que era oriundo de los Países Bajos. Su maleta, pequeña, mostraba que el Señor Pablo era atildado. Calzoncillos de algodón, calcetines oscuros de lana; camisas almidonadas, de colores pastel, pantalones de Casimir. 
Con la mirada perdida, como oteando las horas de la raíz cuadrada y esquivando al día, lo encontré sentado en las bancas del anden. Me senté junto a él y al no contestar mi cortés saludo intenté reprenderlo, pero inmaculado, rígido, subía por algún andamio interno. Alarmado de ver su cuerpecito desvalido como pajarito en jaula, llamé al jefe de estación. Al llegar, no disimuló una amplia sonrisa.

- Pero si es el Señor Pablo. No sé preocupe. Al rato vuelve en sí.

No miento, estuve al lado de este hombre casi una hora observando su impecable limpieza, su frente amplia y con marcadas líneas de expresión. Hasta le encontré parecido con algún personaje famoso. Una sintaxis perfecta, diría mi profesora de canto. Su rostro era como un gran acueducto donde podían verse los diferentes rostros que ha vivido, porque parece que ha vivido mucho, se mira en esos dedos finos como flautas y esa nariz tan recta que parece un bergantín navegando en agua dulce. 
De repente abrió los ojos como si recordara que era persona viva.

- ¿Se encuentra usted bien? pregunté inquieto.
- Perfectamente. No hay como mudar de cerebro. Parece que estuvo curioseando en mi maletín.
- No lo tome a mal, pensé que tenía un ataque. Se quedó como privado.
- No se preocupe, amigo, acostumbro cambiar de cerebro cada vez que viajo. Si me disculpa, me retiro. Buenas Tardes.

Después, me han dicho que el Señor Pablo ha olvidado varios cerebros en diferentes países y estaciones, tanto de trenes como de aviones, parece que no gusta viajar en autobús. Era evidente en sus ojos una penumbra, como el que ha vivido muchos desencantos.

Tinta sobra madera.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Conflicto de intereses


Después de cuarenta días y cuarenta noches de extenuante viaje, se les notaba una esperanza en el instinto. Sin embargo, cuando llegaron, el cazador ya los tenía en la mira.

Acrílico tela 20 x 90 cm.

martes, 12 de mayo de 2015

El aguador y su gárgara


La cantaleta del agua no para de salir de su boca. Es como una herida que no cicatriza. Lo han llamado fuente. Pero todo mundo sabe que en la plaza de San Juan hubo una vez un aguador que para certificar la pureza de manantial del contenido de sus cántaros, hacia gárgaras. La gente, siempre curiosa de personajes, se arremolinaba alrededor del aguador. Llegó a ser tan famoso que desde la misma Roma llegaron canteros a tratar de reproducir el semblante del malabarista del agua.
Siempre vestido con calzona blanquísima, al aguatero se le veía con una sonrisa potable, la verdad es que le gustaba el mitote y después de gargarear se tomaba sus mezcales. Fue en una de esas bravatas de garganta que el mezcal se le fue chueco, ahogándose sin que nadie lo pudiera ayudar. En su recuerdo, patrocinaron la construcción de la fuente con la imagen de su rostro manando agua.
La historia no tendría miga sino fuera porque en la ciudad de Braga, me encontré el mismo rostro y similar relato. Sospecho que Borges tiene razón: en cualquier lugar puede existir un Pierre Menard.

Fotografía: Igreja do Hospital ou Igreja de São Marcos, Braga, Portugal

lunes, 11 de mayo de 2015

Unicornios en el bosque


Por la pradera, en la ladera y en la solapa de las noches de azul cobalto galopan silenciosamente blancos esos cuacos con barba de chivo. En su frente un cuerno de abundante mito se alarga hasta nuestros días. Dicen que vinieron de la India y que por celos del hipopótamo (caballo de río) fueron expulsado para volver a aparecer en la proa de los barcos vikingos, sin embargo, yo los encontré en el bosque de Chapultepec, jugando con los chapulines y refrescándose en los baños de Moctezuma.
Su caza fue despiadada, el cuerno se vendía en el mercado negro como afrodisíaco, con resultados pasmosos según algunos testimonios hallados en los conventos de clausura. Eso fue en en la Edad Media y en Europa,  porque ahora que la herbolaria prehispánica tiene mayor prestigio, la damiana, ya es usada con resultados más rotundos y no requiere de cazadores furtivos.
Hoy, por ejemplo, los he visto rondando los ahuehuetes, trotando alegremente. La verdad, no sé porque insisten algunos cabeza hueca en llevar doncellas para atraer a los unicornios. No saben que todo buen unicornio que se respete, es hermafrodita. 

Acuarela/papel

domingo, 10 de mayo de 2015

El Señor de los lentes rayados


El Señor de los lentes rayados quiere ver el movimiento sin cesar. Es un mudo que quiere inventar lo que ve y derramarse en luz. Tiene el genio mal dispuesto. Su axila le recuerda que el olor no se combate con la imagen. El mundo se baña todos los días, venga el azul o no venga, el agua fría corre como remedio a la modorra.
No podemos negar que tiene mil ojos puestos en la cerradura de la puerta del mundo. En un abrir y cerrar de ojos la espuela inquisidora puede tragarse la imagen y dejarla coja, para que los que vuelvan a ver, digan que el mundo está mal hecho. Su mirada es de ombligo, lo que entra ya no sale. Su crueldad es la crueldad del ojo. Si no aguantas esa manera de ver es mejor que te cubras el rostro. Algunos vecino quisieron matar esos ojos, pero no sabían que el mal de ojo no tiene cura. 
Tienen, esos ojos, un encanto andaluz y ese rigor mixteco que teje y desteje. 
No le quites el ojo de encima, que el fusilamiento de la noche puede dejarte sin colores. Recuerda que el encanto entra por los ojos y para que no te entre la ceguera tienes que cerrar la boca.

jueves, 7 de mayo de 2015

El Señor Mirón


Abrir y cerrar. Esa es su tinta diaria. Su escritura de cada día comienza con el rojo. Deletrea al mundo entre miradas de color y orejas atentas. Nunca le interesó el arco iris. Él gustaba de los colores pigmento y en ese cubilete cromático hincha su pecho. “Los colores luz son para los impresores”, afirmaba. Mezclaba las miradas para buscar las manos y tocar todo lo que incita. Concita las constelaciones desde su ventana para comenzar de nuevo el ciclo de la línea.
El señor Mirón tuvo problemas por mirar, nadie quiere ser mirado. Los ademanes murmuran siempre, se esconden y no se dejan ver. “El ojo es un túnel, decía, lo que mira sólo es palpable, es inútil pronunciar lo que se mira”. 
Su solitaria fortuna es una cascada que comienza en el abrir y en el cerrar. Traza incansable la gran admiración que le provoca el mundo.

No necesito decirte que no avientes piedras a las ventanas, que el Señor Mirón puede perder la vista.

Dibujo digital.

miércoles, 6 de mayo de 2015

El Señor Contorno


Con la sonrisa de los niños viejos nació el Señor Contorno. La influencia inobjetable de Willem de Kooning lo anima.  Fue amamantado desde la cuna hasta sus estudios secundarios con una tendencia opositora a la abstracción totalitaria. Dejó de chupar de ese fontanal sólo por apatía.
La originalidad la tiene en mal aprecio porque dice que las luciérnagas tienen la iluminación sin proponérselo.
Vive del ocio, como debe vivir cada día toda expresión que sea significativa.
El Señor Contorno, viajó por el mundo para romperse el corazón esperando que los cielos perdieran el enfermizo amarillo que los pinta. A su regreso, el exceso de musgo en la piel lo convirtieron en la mascarada que hoy se exhibe sin pudor por las calles deshabitadas de los galerías de arte.
Él no se queja, esta hecho con pincelada firme. Tiene su blanco de alegría en el rostro,  los ojos vivos y todas las formas que lo vieron pasar no lo han disuelto. Ni en el asombro ni el desengaño lo mortifican.
La eternidad es fija y poco sólida como el lecho vacío. De eso no tiene duda.

Si alguna vez tropiezas con él, sabrás el porqué los contornos hacen al mundo diverso.

Dibujo digital

martes, 5 de mayo de 2015

El Señor Manchas


Las voces imprevistas y el rumor de los pasos se pierden al fondo de la calle. Todo lo que el sueño circula y palpa madura en su retina. Nadie puede decir que no tiene una densa manera de ser. Así vive el Señor Manchas. De la furia al sollozo. Desnudo se quema sin contornos y el precio de su nombre nadie lo conoce. De pronto, quisiéramos ver su cara sin esa sordera de rasgos. Pero la voz tampoco sale como si estuviera quebrada de garganta. No hay lugar para la sombra de facciones.
El Señor Manchas tiene un irrefrenable compromiso con el accidente. Es arrojado e imprevisible. Se diría que hay una viveza en su secreto. Su vida es como un lienzo de súbitas aciones. Pulsación, esa es la manera de estar en el mundo.
Cuando estamos ante él, su encarnación misteriosa nos deja sentir nuestra propia forma y atónitos, dejamos el realismo en el guardarropa. 

Dibujo digital

lunes, 4 de mayo de 2015

El culto grano


El Doctor grano, daba una conferencia sobre la existencia y sus morfología, muy quitado de la pena. La pena le venía desde joven al verse invadido por granos fluorescentes. Puntitos de luz neón se encendían pródigos por todo el rostro. Causa aparente: sus nervios. Cada vez que tenía ocasión de hablar frente a más de cuatro sabía que, su voz pausada y sonora, no reflejaba la ebullición facial.
Al paso de los años y siendo ya profesor emérito de diferente Facultades, constató que su mal no era físico. Era ontológico.
“Si soy lo que soy a pesar de lo que quisiera ser, no tengo más remedio que aceptar lo que es, sin más argumentación falaz”. Esta fue su sentencia, doctrina y amparo hasta que un día sentado en la sala de estar del dentista, al hojear una revista médica leyó:

Si usted, caballero o damita, sufre de granos, con una simple intervención usted quedará con rostro de bebe. 

“No aspiro a tanto, con que sea de hombre jovial y maduro me conformo”, se dijo el gran profesor. De inmediato apunto en su agenda el número y dirección de la clínica. 
Dos meses se debatió entre el ser y el poder ser. Cuando salió de la clínica comenzó a elaborar nuevas premisas que se colapsaron al volver a sus actividades académicas. En la primer conferencia su rostro se iluminaba como marquesina en día de estreno.

Muy seguro en su recapitulación se dijo: “Cuando el problema es existencial, no se padece cuando se asume que lo que es no puede ser de otra forma”.

domingo, 3 de mayo de 2015

viernes, 1 de mayo de 2015

Mayo


Mayo ha llegado con la orgía de corazones en el pecho de los cuerpos de sanguíneo buen humor.
Leal a su logaritmo su atardecer es rojizo como la hoguera.
Saquemos, como lengua de su carcel, a ese meritorio músculo.