En un parpadeo vimos como la luz se abría paso entre los siglos. La piedra se entretiene lijando los contornos, dejando que nuestros labios secos sigan buscando la respuesta.
¿La respuesta a qué? Preguntas.
Son velocidades distintas. Te digo, me digo. Tu buscas echar uñas a todo lo que ves y yo sólo ando boqueando, dando vueltas en mi propio eje.
Hay un dialogo recurrente en estos ocres o en esos grises. Hay una partitura de signos que se dilata como esa ligadura entre la blanca y la corchea. También el silencio es tenso y la respiración aprende a estar quieta.
Tus discurso no tienen sentido, concluyes.
No puedo rebatir, mas puedo decir que las columnas juegan a sostener el cuerpo de la piedra y las esquinas se rellenan de sombras o de luz.
El trazado del mundo, tal vez, comience cuando inventamos lo que nunca vimos.
Fotografía: Paço (Palacio) dos Duques de Bragança (Guimarães) Portugal.
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